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sábado, diciembre 7, 2024

Señora Presidenta:

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ESPEJOS DE LA REALIDAD

Mi dedo pulgar sigue manchado, parece ser que, por más que me lavo las manos, la prueba inefable de que salí a votar no se quiere ir. 

Según los datos del PREP 2024, el 60 por ciento de la población salió a votar, y cabe decir que la candidata de Morena arrasó con los resultados: por primera vez en 200 años de la República, México tendrá una Presidenta, una Presidenta querida y anhelada por la gran mayoría de la población.

No paro de darle vueltas al asunto, y es que, dentro de poco la persona más poderosa de nuestro país será una mujer, en ese mismo país donde asesinan a 11 mujeres al día, donde las madres buscan a sus hijos desaparecidos, y donde siete de cada diez, experimentan violencia. 

Un fuerte escalofrío invade mi cuerpo, pareciera como si cientos de realidades colapsaran una sobre otra; me imagino una pila de platos sucios esperando su turno de ser lavados, sabiendo que en cualquier momento puede colapsar.

Esta ambivalencia, la que me obliga a escribir, refleja la dualidad de sentimientos que muchas compartimos. Por un lado, un logro histórico, una esperanza renovada de cambios profundos y significativos; por otro, una sombra persistente de injusticia y sufrimiento que no podemos ignorar. 

Tener una Presidenta no asegura tener un país feminista, no asegura tener una gobernanza con perspectiva de género, ni tampoco garantiza un cambio cultural profundo y duradero. No asegura, pero tampoco la niega.  

La llegada de Claudia Sheinbaum al lugar máximo de poder, cambia por completo lo que por mucho tiempo era el estándar; millones de niñas pensarán en ella cuando les pregunten qué quieren ser de grandes, millones de mujeres de la tercera edad encontrarán inspiración en su liderazgo para redefinir sus propios roles en la sociedad, millones de jóvenes verán en ella un ejemplo de superación para perseguir sus sueños.

No deseo demeritar lo que ha sucedido, una situación verdaderamente histórica; se viene un nuevo camino, lo único que espero es que, como muchas veces ha sucedido anteriormente, el poder no ciegue, que la Señora Presidenta no se escude con tener otros datos, sino que se defienda con nuevas políticas; que además de hablar, aprenda a escuchar, que brinde espacios de apertura y reflexión, que honre a las madres que continúan buscando y dé voz a las muertas. 

En octubre de este año, una mujer se sentará en la silla presidencial, cargará a todo un país; me recuerda al libro de Maira Kalman, “Mujeres que sostienen”, —Sostener nunca tiene fin, y ciertamente está la sensación de no hacer lo suficiente, y luego llega el próximo día, y el próximo día. Una se sostiene—. 

Señora Presidenta, nosotras seguiremos sosteniendo a nuestro país, lo cargaremos entre todas; solo le pedimos que, así como nosotras lo hacemos, usted también lo haga.

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