RETRATOS HABLADOS
“Lo que tenga que suceder, sucederá”, dice el consejo entre la mayor parte de los ciudadanos. Y efectivamente, sucede. Sin un solo cambio en lo que estaba determinado de antemano. Sucede porque tiene que suceder, y a estas horas del día domingo de elección en el país, cuando ya todos los candidatos a cargos de elección popular anunciaron su victoria, pese a saber de su derrota, sabemos, vaya que lo sabemos, que, después de todo, un día de participación ciudadana no detiene en ningún sentido la nueva gran maquinaria política, que en esta ocasión muestra un avance notable, en el aceitado de cada uno de sus engranajes, una notable exactitud en la coincidencia de sus partes dentadas que hacen caminar, paso a paso, el reloj gigantesco del destino.
Si algo puede aprenderse de estos comicios, es, cito el tango de Gardel “Adiós muchachos”, cuando dice: “contra el destino, nadie la talla”, porque simple y sencillamente así es, por más carreras para huir del mismo, por más que uno se esconda, llega, no de repente, sino anunciado con mucho tiempo y se cumple al pie de la letra.
Sea por Dios, se escucha también la frase, y sin duda va ligada a la certeza absoluta de que todo coincide en tiempo y forma.
Sin embargo, las elecciones, porque fueron muchas que se registraron el día de ayer en todo el territorio mexicano, dejan una gran lección: el ciudadano, el que no debe ser confundido con el término convenenciero de la politiquería “pueblo”, decidió ir en lo individual a las urnas, no en masa, no en bola, no en el anonimato multitudinario que tanto se usa para los linchamientos, sino en el papel fundamental de persona, de ser humano.
Fueron muchos los que acudieron en familia, en una lección única que se quedará para siempre en la memoria de los que asumieron su papel vital, único, al momento de decidir a quién iba a conceder el honor de tener el poder presidencial; no entregar, no regalarlo, sino conceder; y es muy diferente este término, porque implica evaluación permanente, y por lo tanto posibilidad de cancelarle la concesión del mismo.
Al momento de escribir esta columna, el avance del Programa de Resultados Electorales Preliminares 2024 (PREP) era aún mínimo, sin la posibilidad honesta de adelantar victorias de un lado u otro, aunque sí con la constancia de que el abstencionismo habría sido derrotado, y los índices de votación, ya muy de noche, podría superar porcentajes históricos.
Seguramente cuando usted lea estas líneas, descubrirá que, pese a este gran esfuerzo de la ciudadanía, se ha generado un clima nublado que no dejará ver, con certeza, la realidad de esta jornada electoral, ya por sí sola, uno de los avances más importantes en el interés por esto que se llama política en busca del poder.
Por muchas razones, pero fundamentalmente porque, efectivamente, “contra el destino nadie la talla”, y porque “lo que tenga que suceder, sucederá”, a nadie espante que, en una fiesta democrática tan única, tan vital, el final simplemente sea el que de antemano sabíamos, o decidimos aceptar con un dejo de absoluta nostalgia por quién sabe qué.
Cuando todos esperaban, de un modo u otro, que a la manera de Beethoven y su famosísima frase del, “me apoderaré del destino agarrándolo por el cuello. No me dominará”.
Pero como usted sabe, el destino jugó su carta y ganó la partida, pese a la dignísima actitud del genio musical.
Mañana platicaremos. El PREP seguía a pasos diminutos rumbo a un lugar desconocido, pero destino al fin.
Mil gracias, hasta mañana.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
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