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Vientos de cambio… que cada quien asuma dignamente su papel

Miguel Rosales
5 Min Read

PIDO LA PALABRA

La vanidad los pierde, los hace dar brincos y revolcarse entre el lodazal que ellos mismos se han encargado de producir, eso es lo que sucede entre quienes se dedican a la hoy denigrada actividad de la política; en ese caminar en donde ninguno de ellos quiere estar en el anonimato y todos pretenden ser el novio en la boda, van cometiendo un sinnúmero de barbaridades que, en lugar de entenderlos, uno no tiene otra alternativa más que repudiarlos.

No debemos sentir lástima por los políticos al darnos cuenta de sus aberraciones y creer que son producto de su inexperiencia, pues ellos saben perfectamente que sus acciones son en beneficio de sus propios intereses, tampoco sentir lástima por nosotros por la baja calidad moral e incapacidad de nuestros representantes, ya sea en el Congreso o en las Presidencias Municipales, pues no olvidemos que fue nuestro voto el que los llevó al lugar en donde ahora se encuentran.

Lo que debemos hacer es ir creando una conciencia cada vez más fuerte y darnos cuenta que cualquier cambio social no vendrá de las cúpulas de poder, éste debe gestarse en la casa, en la escuela, en donde enseñemos que somos nosotros los que podemos y debemos exigir el cumplimiento de los compromisos políticos.

Se hace urgente darle un cambio radical a la noble actividad de la política, hoy vilipendiada por tanta inmoralidad de los que la ejercen; pues no es concebible que tantas leyes en la actualidad se aprueben sobre las rodillas sin que haya un auténtico debate parlamentario, vamos, por ejemplo, en esta legislatura federal ya ni siquiera me atrevo a exigir un plebiscito o consenso nacional, me conformaría con un verdadero debate y no el show de levanta dedos de los que ni siquiera leen lo que aprueban.

Y es esa tendencia de concertacesiones lo que más debe preocuparnos, es que en ese proceso se olvidan argumentar en favor de la ciudadanía. Para algunos es más importante quedar bien con sus bancadas partidistas y no perciben el alcance de sus actos políticos más allá de sus intereses de ocasión y que el pueblo se friegue, pues al final, la memoria corta hará su chamba y pronto nos olvidaremos de los que traicionaron la confianza de los ciudadanos.

En el pasado, los políticos hablaban de los “Principios de la Revolución Mexicana”, y pude constatar que muchos de ellos ni siquiera sabían de lo que estaban hablando; hoy la letanía es la transformación, y no le pongo número porque si es transformación ésta debe ser permanente, pero lo lamentable es que muchos de sus operadores tampoco tienen idea de lo que están argumentando; pero la moda es utilizar ese epíteto para apantallar a sus oyentes.

En Hidalgo, ya inmersos en el proceso electoral para el cambio de Legislatura y Presidencias Municipales, resultará interesante ver si a los futuros diputados locales les interesa ser verdaderos actores legislativos o solo ser comparsa de las inercias del poder que persiguen, es decir, moverse para donde convenga a sus personales planes de carrera política; de acuerdo a los debates locales que he podido presenciar, mucho me temo que no hay tela de dónde podamos cortar un traje a la medida de las necesidades sociales.

El mapa político actual en el Estado de Hidalgo es mayoritariamente de color guinda, sin embargo, un paso en falso, no tomar en cuenta a los ciudadanos y volver a las andadas de decidir sin consultar a las bases, puede traer como consecuencia que dicho mapa cambie de color, no se puede continuar en la soberbia de pensar que lo que los diputados acuerden en nombre de los hidalguenses será obligatoriamente del agrado de éstos, esos tiempos ya se acabaron y bien vale la pena no olvidarse de ello.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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