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Vida de contrastes…

Miguel Rosales
5 Min de Lectura

PIDO LA PALABRA

Políticos ricos, líderes sindicales ricos, servidores públicos ricos, y el pueblo trabajador pobre y con un futuro más incierto que nunca.

Aunque estamos bien entretenidos con las declaraciones de la irresponsable del deporte en México y el cómo se le han ido a la yugular la casi totalidad de los analistas deportivos de nuestro país y eso nos hace sentir que ya estamos salvando el honor nacional.

También, nos mantenemos expectantes ante tanta noticia sobre el proceso electoral en Estados Unidos de Norteamérica, dándole cobertura amplia a nuestra evasión de los problemas internos.

Pero todas nuestras penas seguramente han alcanzado un respiro, o incluso se han diluido, al conocer la noticia de que un futbolista mexicano está siendo pretendido por equipos de fútbol de corte mundial.

Pero la vida, nuestra vida, está llena de realidades cotidianas que superan la ficción; lo que ayer leíamos en una novela, hoy vemos que sigue más vigente que nunca; “Los Olvidados”, de Buñuel, siguen siendo los olvidados de nuestros tiempos, gente sufriendo en silencio por el vacío de la incertidumbre, por el vacío de la desesperanza, y todo por ese vacío provocado por los bolsillos ávidos de dinero, pero llenos de desesperación.

El contraste, mientras a unos los tiene despiertos la unidad institucional, trabajando horas extras para resolver al vapor lo que nos someterá los siguientes años, otros seguimos durmiendo el sueño de los justos, pensando que ahora sí la vida va a ser color de rosa.

Los años van pasando y la gente se va con ellos, en eso sí que no hay duda, nacer, crecer, reproducirse y morir, es lo único cierto; millones sintiéndose felices con los éxitos de otros, los hacemos nuestros para no dejar de soñar, aunque la mayoría no logre esbozar el menor de sus sueños; nos han dicho que debemos luchar para alcanzar lo que queremos, pero a veces esos años de lucha los mata el bandido de cuello blanco que nada hace y todo arrebata, y las manos vacías nos regresan a la realidad: mi voto es solo una sofisma legitimador. Vean las calles de Mineral de la Reforma, banquetas pintadas en calles inundadas de baches, contrastes de otro contraste, es decir, a las autoridades salientes ya no les interesa arreglarlas, y a las entrantes, todavía no es su competencia.

“Tener más” ha dejado de ser la meta para la mayoría de los mexicanos, ahora lo nuevo es “tener lo suficiente”; tener queso es importante, pero no tanto como salir de la ratonera, esa ratonera en la que estamos inmersos desde hace varios años y en la que todos tenemos algo de responsabilidad.

Nuestros “muros en internet” hoy sirven más para saber lo que estamos comiendo y parar la pompa, que para dar a conocer lo que estamos proyectando y parar oreja; sí, sé que son redes sociales y no redes políticas, pero nos hemos olvidado que somos un animal político, un “zoon politikon” con necesidades más allá de quejas que agraviaron nuestro ego y ensuciaron nuestra vanidad.

No seamos los súper machos que nuestra mediocridad y soberbia nos hacen gritar públicamente, somos gente de carne y hueso, llenos de contradicciones que debemos hacer trabajar a nuestro favor, pues las diferencias de opiniones también son motor de crecimiento.

Por ello, hagamos conciencia y formemos parte de ese selecto grupo que en lugar de inmovilizarse, se motivan, se impulsan y hacen de sus puntos negros, una plataforma de oportunidad;  tal vez nadie nos dé una medalla, no  importa; tal vez nadie nos reconozca el esfuerzo, qué más da; tal vez muchos intenten ponernos zancadillas y tenernos con un pie en el cuello, a eso nos exponemos; pero tal vez, y con muchas probabilidades de éxito, logremos evitar el jamás tener que agachar la cabeza por la incertidumbre de saber si tenemos el valor de ser nosotros mismos y no solo lo que el “destino” nos depare. El contraste más grave lo tenemos en nuestro pensamiento, nos creemos los reyes de la selva, pero nuestros actos nos dicen que no alcanzamos ni siquiera el nivel de pumba.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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