Por el derecho a existir
En un mundo que a menudo minimiza la voz de las infancias, es esencial reconsiderar nuestro enfoque hacia sus opiniones y experiencias. En el corazón de esta reflexión yace una pregunta fundamental: ¿Estamos realmente escuchando a nuestros niños y niñas, y les estamos dando el espacio para que sus voces sean valoradas y respetadas? Desde una perspectiva feminista, este asunto no solo se trata de brindar una voz a las infancias, sino de construir una cultura de confianza y equidad que les permita desarrollar su potencial completo en un entorno que respete su dignidad y autonomía.
En muchas ocasiones, las voces de las y los más pequeños pasan desapercibidas. Sus opiniones a menudo se ven como algo secundario o, peor aún, se consideran irrelevantes. Pero, ¿alguna vez has pensado en lo que realmente significa escuchar a los niños y niñas, y por qué deberíamos tomarnos en serio lo que tienen que decir?
La realidad es que, aunque los peques no siempre expresen sus pensamientos de la manera más clara, sus voces son más importantes de lo que creemos. En lugar de mirar a las infancias como espectadores en la vida familiar o escolar, deberíamos reconocer que tienen perspectivas valiosas que pueden enseñarnos mucho. Escucharles no solo les hace sentir importantes, sino que también nos aporta sobre cómo mejorar nuestra convivencia y nuestro entorno.
Vamos a ponerlo en perspectiva. Imagina que en casa se va a hacer una remodelación y tú decides sin preguntarles nada a las infancias. ¿No sería genial saber qué piensan ellos sobre cómo debería quedar su habitación? Tal vez tienen ideas creativas que nunca hubieras considerado, y eso podría hacer que se sientan más involucrados y felices con el cambio.
En la escuela, pasa algo similar. A menudo, se establecen reglas y planes sin consultar a los estudiantes. Si les preguntáramos a ellos qué piensan sobre el horario escolar, las actividades o incluso los métodos de enseñanza, podríamos descubrir que tienen ideas geniales para hacer el aprendizaje más divertido y efectivo. A veces, el simple acto de escuchar puede transformar una experiencia aburrida en algo que realmente les entusiasme.
La realidad es que cuando les damos a las y los niños un espacio para compartir sus ideas y sentimientos, estamos construyendo un ambiente de respeto y confianza. No se trata de siempre hacer lo que ellos digan, sino de mostrarles que sus opiniones cuentan. Esto les enseña a expresar sus pensamientos de manera saludable y a sentirse valorados, algo fundamental para su autoestima y desarrollo.
Además, esto va más allá de la simple cortesía. Escuchar a los peques también significa aprender a ver el mundo desde su punto de vista. Las cosas que parecen obvias para los adultos a menudo no lo son para los niños. Ellos tienen una forma única de observar y entender las cosas, y esa perspectiva puede ser increíblemente enriquecedora para todos nosotros.
Es como si nos dieran una lección de empatía y apertura mental. Cuando les preguntamos sobre sus preocupaciones o ideas, les mostramos que nos importa su bienestar y que estamos dispuestos a considerar sus puntos de vista. Esto también les enseña a ser más atentos y respetuosos con las opiniones de los demás, creando un círculo positivo de comunicación y respeto.