Memento
“¿Quién es usted?, ¿de dónde ha salido?, yo no soy aquel al que jura haber herido, ¿Quién es usted? Yo no la recuerdo,¿ será que su traición, le clausuró ya la memoria al corazón?”
¿Quién es usted? – Sergio Vega “El Shaka”
La palabra usted es un ejemplo de cómo una forma de tratamiento respetuosa se va acortando en el uso cotidiano. Proviene de la expresión medieval española vuestra merced que significaba “su gracia, su favor”. Así, “vuestra merced” era una forma cortesana de respeto, equivalente a “vuestro favor” o “su gracia”. Vuestra merced pasó a pronunciarse vuesarced y de ahí a vuarced, posteriormente mutó en vusted, terminando en un español moderno como usted.
Tú proviene del latín “tū”, pronombre personal de segunda persona singular. En la evolución al castellano no se deformó. Con el tiempo, mientras tú se mantuvo como tratamiento cercano e igualitario, usted quedó asociado al respeto, la distancia social y la cortesía.
Existe un chiste que me causa mucha gracia:
Un jefe, desconfiando de un empleado, contrata a un detective para que lo investigue.
A la semana, el detective entra en la oficina del jefe y le entrega su informe.
- He seguido a su empleado como me pidió. Esto es lo que hace en su hora de comida: sale de su oficina, llega a su casa, come, bebe y luego le hace el amor a su mujer.
El jefe responde:
- Bueno, tomarse un tiempo y unas copas para relajarse no es grave.
El detective, le pregunta:
- Señor, ¿le importaría si lo tuteo?
El jefe, le contesta:
- Sí, claro, no hay problema. ¡Háblame de tú!
El detective entonces, mirándolo fijamente, dice:
- Bueno, pues… sale de tu oficina, llega a tu casa, come, bebe y luego le hace el amor a tu mujer.
Durante mucho tiempo mi mamá me llevó a su trabajo, ahí le hablaba de tú a todas las personas que encontraba. A través del tiempo aprendí a tutear a toda la gente. Por ejemplo, mientras que a mi Abuela algunos familiares le trataban de usted, yo la trataba de tú. La verdad es que me cuesta mucho trabajo hablar de usted con la gente, creo que es un bloqueo hacia la comunicación.
Hace poco platicaba con una persona que me “ustedeaba” (lo cierto es que no existe una palabra equivalente a tutear para usted). Él me hablaba de ese modo por mi nivel de estudios. Le pedí que me hablara por mi nombre. La contestación fue que a él se le complicaba demasiado hablar de tú porque lo sentía como una falta de respeto.
Como vimos al inicio hablar de usted parece que fue inducido para hacer sentir superior al otro e inferior al mismo y viceversa. Es una herencia, más que de lengua, quizá de idiosincrasia.
Existen directores generales, secretarios e incluso gobernadores que prefieren hablar de tú, sin embargo, el protocolo indica hablar de usted. Comprendo que hay una estructura jerárquica; sin embargo, creo que el respeto se puede dar sin “ustedear”. A mi abuela nunca le falté al respeto: no le hablé mal, nunca fui grosera, no dejé de verla ni de ver por ella.
Para quienes creen en Dios, Él es el nivel más alto de autoridad; sin embargo, al rezar el Padre nuestro, la oración que Jesús enseñó a sus discípulos, lo tuteamos: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre…”. Nunca le hablamos de usted. Luego entonces, si una persona pide que nos dirijamos a ella de usted, ¿creerá acaso tener más valía que el propio Dios? Porque si a Dios le hablamos de tú, ¿por qué tendríamos que hablarle de usted a un simple mortal?
Creo que la valía de las personas no depende de sus estudios, nivel socioeconómico o cultural, ni del cargo jerárquico, sino de cómo tratas a los demás. Resulta absurdo pedir que alguien te hable de usted pensando que es una forma de respeto, pues quizá dentro de sus pensamientos esté diciendo: “Vaya usted y chingue a su madre. Eso sí, con todo respeto”.
Ahora, con mis 48 años, ya estoy del otro lado de la balanza: cada día más cerca del Mictlán que de mi nacimiento. Ya la gente me habla de usted, y aunque les pida que me tuteen, no les resulta sencillo, ya sea por mis canas, por la sabiduría o por las múltiples arrugas. Me resulta gracioso que quien considero mi Shifu me hable de usted constantemente; me siento extraño, pero ha sido una forma muy peculiar de la comunicación en nuestra amistad.
La conseja de hoy:
No por hablar de usted significa que exista respeto, ni tutear implica una falta del mismo. El respeto se demuestra en los actos, no en la gramática. Y como diría mi Awe a mis hijos: “Soy tu Virgo, no soy tu abuela ni tu bisabuela, somos cuatitos”.