RETRATOS HABLADOS
La cancelación de cualquier tinte ideológico en la política mexicana, producto de la mescolanza de todo tipo de partido para la conformación de alianzas electorales, ha derivado en un vacío lamentable de ideas, en donde, a ciencia cierta, solo se entiende que hay una lucha sin cuartel por el poder, o para quitar a uno, para que otro se ponga. El pasado reciente, en que unos representaban los movimientos de izquierda, otros del centro, y unos más la derecha, simplemente fue calificado como ignominioso y poco productivo, para centrarse en las características de los personajes nominados, que poco o nada pueden indicar respecto al proyecto para un buen uso del poder, en cualquiera de los cargos de representación popular al que aspiran.
Parece que hace falta el bagaje ideológico para volver a creer en el asunto político. Y digo que “parece” porque a ciencia cierta ya no hay fórmula que asegure un correcto manejo del trabajo que harán, ya instalados en el puesto anhelado.
Porque al desencanto de las pugnas ideológicas, de repente nos vimos inmersos en un escenario del pragmatismo a ultranza, donde todos podía cambiar de camiseta política de la noche a la mañana, ya sin ningún rubor, y hasta dignos de aplausos por que su audacia para ir de un lado a otro.
De tal modo que podemos encontrar aspirantes a cargos de todo tipo, que ayer eran azules, amarillos, rojos y del color que a usted se le antoje.
De buenas a primeras ya no hay nada qué defender, en cuanto a su visión del mundo, como no sea su muy clara ambición de poder. Y eso no funciona, a la postre se convierte en un futuro lamentable para los eventuales votantes.
Nos convertimos en espectadores de la desvergüenza, donde todos se disfrazan, cambian de máscaras a la menor provocación, y presumen ese pase mágico de transformación, porque lo primero es quitar a los que están en el puesto, para ponerse y ya después Dios dirá.
Es decir que cambiamos una estructura que regulaba el acceso el poder, de acuerdo a su pensamiento, por otra que solo tiene que ver con aportaciones económicas, conveniencias y, sobre todo, ajustar todo a la coyuntura, es decir a los vaivenes del momento.
Eso padecemos en estos días.
Porque pocos, muy pocos, se pueden preciar para estos momentos, de conservar su militancia partidista cueste lo que cueste. A la primera posibilidad de perder, brincan a otro instituto político, alquilan incluso partidos, y disfrazan de lo que sea sus ambiciones.
Es momento de empezar a valorar el peso real y tener una ideología clara, ajena a las conveniencias.
Es momento de creer que cualquier candidato, o candidata, puede acceder al poder sin una idea clara, es decir una ideología cierta, de lo que buscará hacer por su país, por su estado, su municipio o su distrito.
Hace falta pensamiento, sobra pragmatismo.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
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