RETRATOS HABLADOS
Faltan, a partir de hoy, 28 días para que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, deje las riendas del Poder Ejecutivo, en manos de Claudia Sheinbaum Pardo.
Sin embargo, ayer, en su Sexto Informe, en la Plaza de la Constitución del Zócalo de la Ciudad de México, decidió que era el momento justo para someter a votación de los asistentes al evento, la iniciativa de reforma al Poder Judicial de la Federación, a fin de que jueces, magistrados y ministros, sean electos por voto popular.
Está claro que la modalidad fue “a mano alzada”, no sin antes explicar que la vida sería muy aburrida, si no fuera por este tipo de consultas, que seguramente, adelantó, harían enojar tanto a los conservadores que llegarían al ridículo por sus reacciones, lo que señaló, resultaba divertido.
Aclaró que el asunto era hacer la votación lo más formal posible, para no autoengañarse como lo hacen los realizadores de las encuestas de Massive Caller; acto seguido, pidió a la muchedumbre congregada en la plancha del Zócalo de la capital del país: “A ver, que levanten la mano los que piensan que es mejor que a los ministros y a los jueces, los elija el presidente y los senadores. Que levanten la mano. Pues no veo a nadie. Que levanten la mano los que consideren que es mejor que los elija el pueblo, a jueces y magistrados. Bájenla. Abstenciones. Que levanten la mano. No hay abstención”.
Por muchas razones, esta consulta, votación o como cada quien desee llamarle, definió el último evento contemplado en el ceremonial legal del país, en que el presidente más poderoso que haya tenido México, pudo dirigirse a la ciudadanía y dejar una muestra clara del estilo personal de gobernar, de un hombre que logró hacer realidad casi todos y cada uno de sus objetivos personales en el terreno político.
Porque ayer, se diga lo que se diga, por vez primera se observó la presencia ya real, de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, a quien prodigó todo tipo de adjetivos para cimentar su propio legado histórico en quien, una vez más, comprometió a seguir cada uno de los proyectos de infraestructura, cada uno de los programas sociales, cada uno de los principios de la nueva filosofía política denominada Humanismo Mexicano.
Y precisamos que se observó su presencia, porque pese a esta andanada de glorificaciones públicas, para quien haya tenido la oportunidad de observarla, agradeció con mesura esa presentación ante la sociedad reunida en la plancha del Zócalo, pero mantuvo una actitud de tranquilidad, cercana a quien ha decidido asumirse como la primera presidenta de la República en la historia de México.
Sheinbaum sabe en qué lugar está parada. Sabe del camino, largo y sinuoso, que tendrá que seguir su administración, y de las trampas brutales a las que se deberá enfrentar. Lo sabe. Y la consulta, votación o como cada quien llame a lo que se hizo en medio del Sexto Informe presidencial, nada más para que la aburrición no tocara a la puerta, y que los neoporfiristas hicieran el ridículo con sus reacciones, le puso más en claro el panorama, el horizonte, el escenario nacional.
Preparada en las ciencias exactas, con un doctorado en ingeniería de la UNAM, ha sabido caminar con tolerancia desde que fue nominada por Morena a la primera magistratura del país, desde que ganó la elección, desde que le han caído encima todo tipo de críticas, pero también todo tipo de halagos desmesurados.
Por muchas razones, el último informe del presidente López Obrador, marca el principio de una era sin dar la espalda a un movimiento, que, sin revolución violenta aniquiló a un partido que se antojaba eterno, ahora necesita del proceso ajeno a caudillos militares, en el que se confirme la posibilidad de volver a unir a un país, y olvidar el ejercicio de convertir en enemigos a los que no comulgan con el Humanismo Mexicano.
Mil gracias, hasta mañana.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
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