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jueves, noviembre 20, 2025

Revolución

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Memento

“Y no tenemos que ser ni amigos ni hermanos, solo tenemos que cambiar nuestra manera de ser y de pensar”
Revolución sin manos – Fobia

Revolución viene del latín revolutio, que significa “dar la vuelta”, “girar otra vez”, “volver al punto de inicio”. Está formada por el prefijo re- (que indica repetición o regreso) y el verbo volveré, que es “girar”, “dar vueltas”, “rodar”. En su origen, la revolutio era un movimiento circular, algo que regresaba a su posición original. En el siglo XVII, con la Revolución Copernicana, el término se usó para describir el giro radical en la manera de entender el universo: ya no giraba todo alrededor de la Tierra. A partir de ahí, la palabra comenzó a significar algo más que un simple movimiento circular: una transformación profunda del orden establecido. Así, “Revolución” dejó de ser un movimiento que te regresa al mismo lugar y se volvió uno que rompe el ciclo. 

Hace muchos años, durante mi adolescencia —bueno, quizá no tantos—, el día 20 de noviembre era asueto. La Matriarca tenía como tradición “poner” el árbol de Navidad. Sin embargo, esa acción de “poner” no sólo significaba colocar un árbol: venía acompañada de limpieza general y una casi remodelación de la casa; mínimo se pintaban todas las paredes, se movían muebles y se hacían otras actividades más. Imaginen el contexto: días antes de mi cumpleaños, a pocas semanas de las celebraciones de fin de año, en uno de los pocos días previos al descanso, y en lugar de disfrutar en familia, nos veíamos obligados a colocar adornos navideños cuya decoración no era consensuada. Porque de los cuatro miembros de la familia, seguramente tres estaríamos en contra. Cabe destacar que las celebraciones de fin de año no eran del todo de nuestro agrado: disfrutábamos (y disfrutamos) más de la convivencia frente a la tele, viendo hartas películas. Las fiestas no nos laten del todo.

Total, que para el final del día, la relación se había vuelto ríspida; la algarabía navideña se tornaba molestia generalizada, y para el día de mi cumpleaños la Matriarca me había retirado la palabra. En una ocasión la mudez le duró un mes. A las vecinas que me preguntaban por ella, les respondía: “Creo que tiene embolia. Me despido en la mañana: mutis; la saludo por la noche: mutis”. Cuando el Chisme Squad la visitó con preocupación, supe que le daría risa.

Hoy en día me siguen desagradando los adornos —sean por cumpleaños o fechas festivas—, pero al parecer al karma le parece gracioso enviarme esas actividades.

Recuerdo que Robert Rodríguez nombró a su hijo Rebel. La verdad es que me latió mucho la idea; sin embargo, creí que lo rebelde ya lo traerían mis hijos en la sangre. Tanto mi padre como mi madre son (y fueron) rebeldes a su manera; mi hermana lo ha hecho casi un deporte extremo, y no se diga mi Virgo. Lamentablemente, creemos que ser rebelde es ir solamente contra todo. A mis hijos sólo les pido un favor: sean rebeldes contra todo, principalmente contra sus propios paradigmas. Los tres somos Rebel: nos gusta debatir, tener estructura en nuestros silogismos, fortalecer nuestras premisas y tomar decisiones pensadas. Lamentablemente, a veces nos gana la amígdala.

Una rebelión es resistirse a algo; sin embargo, crea estructuras. Una revolución es una modificación de instituciones, regularmente de manera profunda. No obstante (al menos en México), hemos experimentado que la revolución es una revoltura de cosas. La Revolución Mexicana es una clara muestra.

La conseja de hoy:
Lo maravilloso es encontrar el equilibrio entre ser un pecho caliente y una cabeza fría. Mis hijos cada día salen mejor de nuestras discusiones, y estoy orgulloso de que sean tan rebeldes. Y como diría mi Awe: “A ti lo que te gusta es el mitote”.

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