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martes, mayo 13, 2025

Política educativa alimentaria: ¿Comedores para la educación superior? (III)

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Hace tiempo, Carl Sagan (1934-1996), famoso divulgador de la ciencia, dijo en uno de sus programas de televisión: “Cada estudiante debería tener desayuno y comida gratis en la escuela. Si los presos tienen, ¿por qué los futuros ingenieros, licenciados y artistas no?”. El planteamiento parecía una disyuntiva. Pero, era sobre todo una preocupación genuina y conmovedora: valorar, apoyar y alimentar a lo más importante de una sociedad -la niñez y las juventudes- durante su etapa de formación. Y más aún si hablamos de la escuela pública, donde estudiamos la mayoría, desde el nivel básico hasta el nivel superior. 

En nuestro país, el derecho a una educación alimentaria, aunque cuenta con un marco legal para el nivel básico —como he señalado en entregas anteriores—, aún no se ha discutido ampliamente en la educación superior. La reciente obligatoriedad y gratuidad de este nivel, reconocidas en el artículo tercero constitucional y la Ley General de Educación Superior, podrían servir de base para incluir el derecho a la educación alimentaria en las instituciones de educación superior públicas. Hablamos de programas de alimentación sana, comedores universitarios, desayunos y comidas a precios accesibles, así como de bebederos de agua en vez del consumo de comida chatarra y bebidas azucaradas con altos costos para los bolsillos de los estudiantes, las familias, y costos en la salud.

Recientemente, estudiantes de la UNAM visibilizaron parte de esta problemática mediante una demanda concreta: comedores accesibles. El 07 de marzo de 2025, alumnos de diversas facultades (Arquitectura e Ingeniería fueron de las primeras en alzar la voz), así como de preparatorias y CCHs, conformaron un Frente Estudiantil Universitario (López, 22 de marzo, 2025). Su objetivo fue solicitar a las autoridades de la Universidad Nacional que los comedores dejen de ser concesionados a empresas privadas y pasen a ser subsidiados. El Frente se hizo nuevamente presente el 26 de marzo con una asamblea en Ciudad Universitaria (López, 27 de marzo, 2025). Posteriormente, se iniciaron paros intermitentes, donde también se expresaron otras preocupaciones, como la inseguridad y la violencia en los planteles.

¿Hasta dónde escalará la demanda y el conflicto, ahora manifestado mediante paros? Hasta el momento, varias facultades, preparatorias y CCH han apoyado la petición de comedores subsidiados, pero parece no se ha extendido a otras sedes fuera de Ciudad Universitaria. Tampoco se ha escuchado una demanda pública similar en otras instituciones de educación superior públicas, ya sea en la Ciudad de México o en el resto del país. No obstante, esto no significa que las juventudes universitarias no enfrenten situaciones de hambre en el día a día al estar en la escuela, el salón de clases o la biblioteca. 

¿Cómo han respondido las autoridades universitarias y las autoridades del gobierno? En el caso de la UNAM, se implementó el denominado “Programa de Apoyo Alimentario” dirigido a 13 bachilleratos de la Universidad Nacional. Sin embargo, resulta claramente insuficiente, considerando la magnitud de la UNAM, que incluye facultades, preparatorias, CCH y sedes fuera de Ciudad Universitaria. Por otro lado, existe el Programa de Apoyo Nutricional, promovido por la UNAM en colaboración con la Fundación Carlos Slim, que otorga una especie de mini beca focalizada para acceder a comedores subsidiados. Este programa, que comenzó a operar en 2016 de forma semestral, sigue vigente bajo el nombre de “Programa de Apoyo Nutricional Ampliado” (Comunicado UNAM, 27 de marzo, 2025). Pero, si bien representa un esfuerzo relevante, no es suficiente.

¿Podría ampliarse esta demanda de comedores accesibles a otras instituciones de educación superior públicas?  ¿Existen experiencias de comedores saludables y accesibles en otras instituciones de enseñanza? La respuesta es sí, y resulta clave su revisión para la discusión pública.

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