Agenda Educativa
La educación en el mundo avanza en términos de cobertura, pero no necesariamente en aprendizajes. Ese es uno de los hallazgos principales de Education at a Glance 2024, el informe de la OCDE que presenta un panorama global de las tendencias, logros y desafíos de los sistemas educativos en el siglo XXI.
Dos tendencias son de progreso. Existe una tendencia positiva mundial para algunos grupos demográficos, especialmente los jóvenes que ni estudian ni trabajan. La OCDE encuentra una tendencia de mejora en los logros educativos para grupos con menor rendimiento: 14% de jóvenes sin estudiar ni trabajar en relación con un 16 por ciento en el año 2016, 61% en tasa de empleo para jóvenes sin educación media superior y 79 por ciento en tasa de empleo para jóvenes con educación media superior. De acuerdo con la OCDE, estas tendencias positivas se deben a una mayor permanencia en el sistema educativo y a mercados laborales sólidos.
Otra tendencia que aparece como positiva es la educación temprana, la cual ha sido impulsada por diversos países y ha sido un aliciente para aminorar las desigualdades. De acuerdo a Education at a Glance 2024, para asegurar que todos los niños asistan a la educación preescolar, 10 de los 38 países de la OCDE han reducido la edad de inicio de la educación obligatoria en la última década para incluir parte o la totalidad de la educación preescolar, que ahora es obligatoria en 19 países de la OCDE.
Lo siguiente que expone la OCDE es una especie de tendencia con una paradoja. La OCDE señala que las niñas superan a los niños en educación, pero paradójicamente presentan desventajas en el mercado laboral. Esto se observa en ventajas educativas: 28 por ciento de las niñas tienen menos probabilidades de repetir el grado y tienen una mayor tasa de conclusión en todos los niveles. Además, el 54 por ciento de mujeres jóvenes cuenta con educación terciaria, contra un 41 por ciento de hombres. Sin embargo, persisten desventajas laborales en este grupo demográfico: 28 por ciento menos de empleo sin educación media, 6 por ciento menos de empleo con educación terciaria y 17 por ciento menos ingresos con educación terciaria.
También, existen tendencias que persisten como factores estructurales. Hay una tendencia desfavorable en los sistemas educativos: los resultados educativos están influidos fuertemente por el origen familiar. En la primera infancia, 18 puntos porcentuales menos de probabilidad de inscripción corresponden a niños de familias con bajos ingresos. En educación primaria y secundaria, los peores resultados en evaluaciones estandarizadas (por ejemplo, PISA) son para estudiantes de entornos desfavorecidos. En educación media superior, 19 puntos porcentuales menos de probabilidad de conclusión exitosa afectan a este grupo. Y, en educación terciaria, solo 19 por ciento de jóvenes de familias sin educación superior alcanzan este nivel, frente al 72 por ciento de quienes tienen padres con estudios superiores.
El desafío de la formación docente es otra tendencia mundial. De acuerdo con la OCDE, en lo que denominamos el reemplazo generacional, la contratación de docentes calificados es un desafío para la mayoría de los países. Al inicio del ciclo escolar 2022/23, 18 de los 21 países con datos disponibles enfrentaban escasez de docentes calificados y no habían logrado cubrir todas las plazas docentes.
En suma, el panorama mundial indica que se ha avanzado en cobertura y permanencia educativa, pero esos logros conviven con aprendizajes limitados, desigualdades persistentes y un déficit de maestros preparados. La paradoja es evidente: más tiempo en la escuela no garantiza más y mejores aprendizajes. En este escenario, apostar por la educación temprana y por la formación docente deja de ser un reto técnico y se convierte en un imperativo político y social.