En las últimas décadas, las mujeres hemos conquistado un lugar cada vez más visible en el ámbito laboral. Sin embargo, este avance no ha sido equitativo. A pesar de nuestras incorporaciones al mercado formal, seguimos cargando con la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. Esta doble jornada limita enormemente nuestro desarrollo profesional y económico.
Las cifras lo confirman: en México, más de 11 millones de hogares tienen como jefa de familia a una mujer. Esto significa que una de cada tres familias depende del trabajo e ingresos de una mujer. Dedicamos, en promedio, cuatro horas diarias al trabajo de cuidados no remunerado, mientras que los hombres destinan solo una hora. Esta labor invisible representa el 25 por ciento del PIB nacional, es decir, más de tres billones de pesos al año.
Quiero aprovechar este espacio para reconocer a la mujer que más admiro: mi madre. Ella es una jefa de familia ejemplar, que ha trabajado incansablemente para sacarnos adelante a mí y a mis hermanos. A pesar de las dificultades, siempre ha estado ahí para apoyarnos, brindándonos amor, educación y valores.
Su historia es la de millones de mujeres en México y el mundo. Mujeres luchadoras, resilientes, que sostienen sus hogares con esfuerzo y sacrificio. Sin embargo, su enorme contribución a la sociedad a menudo pasa desapercibida.
Las jefas de familia enfrentan grandes desafíos: brecha salarial, falta de acceso a servicios de cuidado infantil, dificultades para conciliar la vida laboral y familiar. Es necesario que se tomen medidas para apoyarnos y eliminar las barreras que nos impiden alcanzar nuestro máximo potencial.
Exigimos políticas públicas que promuevan la igualdad de género en el mercado laboral, como la reducción de la jornada laboral, la creación de guarderías infantiles y la promoción del trabajo flexible. Necesitamos invertir en servicios de cuidado infantil de calidad y accesibles para que podamos trabajar sin tener que preocuparnos por nuestros hijos.
Es fundamental cerrar la brecha salarial entre hombres y mujeres para que recibamos un pago justo por nuestro trabajo. También es necesario visibilizar y valorar el trabajo de cuidados no remunerado como una actividad esencial para el desarrollo de la sociedad.
Las jefas de familia son un motor fundamental de la economía y la sociedad. Su trabajo, tanto remunerado como no remunerado, es esencial para el bienestar de nuestras familias y el desarrollo del país. Es hora de que su contribución sea reconocida y valorada.
Solo así podremos construir una sociedad más justa e igualitaria, donde todas las personas tengan las mismas oportunidades de prosperar.
Gracias, mamá, por ser mi ejemplo e inspiración. Gracias a todas las jefas de familia por su fuerza, lucha y dedicación.