UN ADULTO RESPONSABLE
- “Detrás de un gran hombre no hay nadie, pero a veces
una gran mujer camina con él, agarrados de la mano”
Autor anónimo
Platicaba con una amiga hace unos días y me dijo algo que hace mucho yo pienso: “mientras las mujeres seguimos avanzando y buscando espacios, los hombres parece que viven estancados” y, aprovechando las fechas, creo que es el momento idóneo para hablar de ello.
Yo vengo de familias en las que el matriarcado se ha vuelto la forma de vida en nuestros hogares, ya sea por convicción u obligación las mujeres toman (o se han visto en necesidad de tomar) la mayoría de las decisiones trascendentales en su casa y los hombres pasan a ser meros proveedores de dinero.
Hace unas cuantas décadas, ese rol parecía suficiente, nuestros ancestros masculinos vivían por pura inercia: estudiaban (si podían y les gustaba), trabajaban, se casaban, tenían hijos y ya. El trabajo de las mujeres parecía ser similar, pero ellas, además de concebir, siempre “debían” estar a la sombra de un hombre para que las “protegiera”. Aunque a veces, resultaba al revés.
Venturosamente, y después de varias generaciones, estos roles han cambiado bastante, tanto para mujeres (mucho más para ellas, según lo que he visto) como para nosotros, pero no hemos querido/podido avanzar en tareas que deberían ser parte de cualquier adulto funcional.
Rara vez nos encontramos con un hombre que además de tener éxito en el ámbito laboral, sepa también manejar de manera correcta las tareas cotidianas de su hogar, y sin embargo, a las mujeres se les exige ambas.
Son contadas las ocasiones en que te encuentras un “hombre que resuelve” (ese término que está muy de moda últimamente), pero cómo se espera por parte de la sociedad que a las mujeres no se les vaya ningún detalle nunca.
Y bueno, es lógico que cuando haces cualquier actividad, agradecerías mucho que alguien te ayudara, pero si no pueden, que simplemente dejen de estorbar, y cuando no lo hacen, es simple: te vas a frustrar. Somos humanos y creo que al igual que yo, si algo así sucede, una mujer también se sentiría enojada, frustrada e incomprendida.
Considero que el problema es que las mujeres cumplen ahora muchos más roles de los que expliqué al principio y los hombres quieren compensar con dinero lo que dejan de hacer, y cuando les alcanza, está muy bien, pero cuando no, es un verdadero tormento, ya que no se puede vivir con esa premisa del pasado.
Los hombres no estamos evolucionando, no estamos trabajando en nosotros mismos como debería de ser, claro, la apariencia y lo exterior es importante, pero todo lo demás, también lo es.
Ojalá nos animemos a estar más en contacto con nuestros sentimientos y emociones, que podamos explicar qué hay más allá de los trabajos, los pasatiempos y la vida cotidiana.
Espero que los que son padres se comprometan más a conocer a sus hijas e hijos a profundidad, que sepan lo que realmente les llena y los hace felices, que tengan la capacidad de consolar y ayudar a sanar un corazón roto, en lugar de decir “qué iba yo a estar triste si siempre tenía que trabajar”.
De todo corazón, deseo que los hombres podamos resolver las cosas sin recurrir a la violencia, y por el contrario, utilizar el diálogo, la bondad y la compasión.
Aguardo el día en que se termine eso de que los hombres no podemos ilusionarnos, llorar o amar con todas las fuerzas.
Pero más que nada en la vida, confío en que algún día las mujeres ya no se frustrarán con nosotros, porque seremos un equipo que jala parejo; que ya no nos tendrán miedo, porque dejaremos de ser esos seres “que no se pueden controlar”, que con todo respeto, me parece lo más tonto del mundo, me niego a pensar que no somos más que un animal en celo.
Ojalá que mientras las mujeres sigan creciendo nosotros hagamos lo propio, una práctica que serviría más a la sociedad, sobre todo de aquellos que todavía emiten felicitaciones en el marco del 8M.