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Hidalgo
lunes, diciembre 2, 2024

Lo esencial solo se puede ver con los ojos del corazón

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RETRATOS HABLADOS

Cada vez más son más difuntos los que ocupan el espacio del directorio telefónico porque simplemente, estoy cierto que deben estar ahí, por si en algún momento logran marcarme y así saber que son ellos al otro lado no de la línea, sino del universo que conocemos en tanto podemos conservar la calidad de quienes aún respiran, es decir vivos.

Todavía puedo ver sus nombres, los números de su marcación, y en estos tiempos modernos aparecen en el whatsapp pero es difícil abrir sus perfiles y quedarse a la espera de que en una de esas aparezcan “en línea”. A ciencia cierta todavía no sé lo que haré cuando esa posibilidad se haga realidad; a lo mejor preguntar con manos temblorosas si les va bien allá donde se encuentran, si todo resultó ser lo que esperaban o incluso mejor. Si extrañan a quienes los extrañan todavía después de tantos y tantos años.

Siempre resulta más agradable y esperanzador esperar que contesten, que pongan caritas sonrientes plenas de gozo porque lo que parecía un viaje aterrador fue todo menos eso, es decir que empezaron a celebrar desde el momento en que fueron declarados difuntos; claro, no sin la pena de tener noticias de que hay mucho llanto a su recuerdo por parte de los que todavía no le entendemos bien a bien este salto monumental de la vida a la vida.

Con toda seguridad tendrá que pasar mucho tiempo para que me atreva a escribirles, a lo mejor hasta hacerles una llamada telefónica, siempre con la esperanza de que contesten, porque algunos de ellos y ellas, se fueron justo cuando tenían una vida plena de proyectos y sueños por construir, de tal modo que seguramente podrían estar interesados en saber lo que sucedió después de tantos años de que dejaron el mundo que conocemos.

Espero sinceramente que además de un espléndido viaje, hoy mismo disfruten la nueva existencia, que seguramente tendrá como punto de partida su estancia en este lado de las vidas pero más llena de magia, de todo lo que pensaron y juraron creer cuando vivían.

Cada uno de mis difuntos está lleno de vida, tanta que la contagian desde donde se encuentran; tanta como la maravillosa y única sensación de mirar sus nombres y números en el directorio del celular y por alguna razón estar seguro, absolutamente seguro, que siguen por ahí nada más que no puedo mirarlos, porque el personaje del libro de aquel aviador y escritor francés tenía razón, cuando aseguraba que solo con el corazón se puede ver bien, ya que lo esencial es invisible para los ojos.

En eso precisamente se asienta la fe, la posibilidad de creer sin ver, aunque sí sentirlo en el corazón.

Celebro por eso que muchas personas conserven el número telefónico de sus muertos queridos, y no por apatía para borrarlos, sino porque los esperan con el corazón abierto a sus palabras, a las noticias que seguramente tendrán de ese otro mundo donde fueron a parar.

Así que hago lo mismo, y hasta que el tiempo me traslade justo a ese listado telefónico de los que ya se fueron, conservaré la esperanza alegre de que un día cualquier recibiré la llamada, el mensaje de mi hermano, de amigos como Beto Herrera, de compañeras de la escuela que un día dijeron adiós, pero que están aquí, en el corazón del que habla El Principito, hasta la eternidad.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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