POR EL DERECHO A EXISTIR
En el mundo de la crianza, los padres suelen llevarse la mayor parte de la atención, pero hay un grupo de heroínas silenciosas que juegan un papel fundamental en el desarrollo de las y los más pequeños: las tías. Esas figuras mágicas que llegan cargadas de risas, dulces y, en ocasiones, consejos no solicitados, pero siempre con amor (a veces un poco condicionado).
Las tías son como hadas madrinas de la vida real, capaces de convertir un día gris en una aventura inolvidable (o eso imagino que hago). Las cómplices perfectas para las travesuras más locas y las confidentes de esos secretos que ni siquiera las madres y padres se atreven a escuchar.
¿Qué sería de la infancia sin esas tías consentidoras que nos dejaban comer dulces hasta reventar y nos escapaban de las regañadas de mamá? Ellas son las que nos enseñaron a que no hay miedo que no se pueda superar con un abrazo y un helado.
Pero las tías no solo son expertas en diversión y travesuras, también son pilares de apoyo emocional para sus sobrinos. Son esas personas a las que podemos acudir cuando necesitamos un oído comprensivo, un hombro dónde llorar o simplemente un poco de cordura en medio del caos de la adolescencia.
Las tías son como segundas madres, pero sin la responsabilidad de la crianza diaria. Pueden ser más permisivas, más comprensivas e incluso promover más travesuras, lo que las convierte en figuras únicas e irremplazables en la vida de sus sobrinas y sobrinos.
Ser tía es un don, una vocación y, en ocasiones, una aventura extrema. Es estar dispuesta a ensuciarse las manos con plastilina, a soportar las canciones desafinadas de un karaoke familiar y a convertirte en la víctima preferida de las cosquillas despiadadas.
Pero, sobre todo, ser tía es un privilegio. Es tener la oportunidad de ver crecer a un ser humano desde la inocencia de la infancia hasta convertirse en una persona independiente. Es ser testigo de sus alegrías, sus tristezas, sus triunfos y sus fracasos.
Así que la próxima vez que veas a una tía, dale un fuerte abrazo y agradécele por todo lo que hace por sus pequeñas y pequeños. Recuerda que ellas son las superheroínas sin capa que hacen que la infancia sea un viaje mágico e inolvidable.