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LA DEMOCRACIA: PRESENTE Y FUTURO DE MÉXICO

Prisciliano Gutiérrez
7 Min de Lectura

Familia política

Es difícil escapar a la vorágine preelectoral. En plena enajenación por el exceso de información que, de manera contradictoria se encuentra en el ambiente, por la vocación política que me mueve desde siempre y que impulsa mi conducta a participar desde la moderación hasta la pasión recalcitrante; con interés legítimo o sin él. Juro por mi honor de niño mexicano, que en un momento tomé la decisión de evitar la saturación de opiniones, algunas con pretensión de verdades científicas, para ubicarme en mi realidad, que no deja de ser una opinión más, hasta que llegue el final-final de la contienda.

Considero que cuatro son las facciones que se disputan los foros de discusión en la academia, en los medios, en las redes sociales, el café, la cantina y todos los espacios en donde existan más de tres personas que tengan otro interés aparte del fútbol o las partidas de póker o dominó… A saber: 

Los AMLO-CLAUDIOS que se refugian en MORENA y la Cuarta Transformación, más algunos partidos y personajes que juegan alegremente su papel de esquiroles, a sabiendas que les puede ir muy bien o salir el tiro por la culata. Este estrato tiene como color de identidad el optimismo, el cual se fundamenta en los cientos de encuestas que ubican a Claudia a muchos votos de distancia del segundo lugar, Xóchitl. Hasta personas que se reputan inteligentes, como el ex Ministro Saldívar Lelo de Larrea, quien sostiene en los foros periodísticos y televisivos, la certeza de que su corriente “ya ganó”, que Claudia será la próxima triunfadora oficial y el Peje continuará al frente de la 4T y, por supuesto, de la Presidencia de México, bajo la figura de un Neomaximato, aparentemente fuera de Palacio Nacional y de sus prerrogativas constitucionales y metaconstitucionales.

La repetición de errores, fallas, baños de sangre, carestía de la vida… que en cualquier otro escenario ya habrían propiciado la salida de los predadores, en México, ni siquiera logran rasgar la imagen presidencial, la cual, con la fuerza y el tamaño de una esfinge, sigue presumiendo de su aceptación entre el aplauso de sus seguidores que gritan “¡Qué viva ANLO!” mientras esperan con ansia la llegada del próximo apoyo económico del Bienestar para ninis, viejitos y similares. Claudia, mientras tanto, se dedica a mostrar disciplina, a eludir los ataques de que es objeto públicamente en el alto foro de los debates presidenciales.

Esta corriente no tiene empacho en declararse desde ahora, no solamente triunfadora en los debates, sino ya con los pies dentro del Palacio Nacional.

La segunda facción es la que denominaremos XÓCHITL LOVERS, la cual, enfundada en su huipil y en la llamada Marea Rosa, es capaz de llenar el Zócalo y calles aledañas de la Ciudad de México, mediante una impresionante multitud de “noventa y cinco mil personas”: Martí Batres, dixit, aun cuando existen múltiples testimonios fotográficos que rebasan con mucho esa cantidad. Pero no es solamente el número, sino la mágica alegría que se manifestó por la ausencia del tradicional “acarreo”. Las intervenciones del Candidato a la Jefatura de Gobierno de la CDMEX y de la propia Xóchitl Gálvez, fueron magistrales. Esa tarde y de manera posterior al debate, la paisana pronunció, con la sencillez que le caracteriza, dos extraordinarias piezas oratorias, ante un pueblo que la ovaciona y que no oculta su rechazo al mal gobierno. 

Pese a esto, “encuestólogos”, comentaristas que se autonombran “líderes de opinión”, y otros “ilustres personajes”, no cesan en sus intentos de ridiculizar a la hidalguense (por su figura, su indumentaria, el cuidado de su dentadura, su origen indígena…) y declarar que ya perdió una guerra, cuya batalla final aún no principia. 

Es digna de encomio la participación del grupo de intelectuales que, de manera espontánea, ofrecieron a Xóchitl su respaldo y su firma.

Aunque no tiene nada que hacer como protagonista serio en esta contienda, el joven y barbado Jorge Álvarez Máynez, desde lo alto de su tabique mareador, lamenta su mala suerte por tanto muerto. Debo reconocer que está cumpliendo de manera brillante su papel de esquirol. Se siente en los cuernos de la luna, sin recapacitar en su verdadero tamaño y tristísimo papel ante la historia de los políticos, por ahora, jóvenes.

Repito, el rol de este aprendiz, se reduce a su activismo en las universidades, en donde tal vez logre una movilización electoral que no tiene precedente en elecciones similares, aunque sin repercusión alguna en los resultados finales.

Como quiera que sea y donde quiera que se encuentren, difícilmente antes de la elección, quienes están comprometidos con cualquiera de los grupos anteriores, cambiarán significativamente de opinión y de militancia. Están etiquetados ante su propia consciencia; será tristísimo para ellos, cualquiera que sea su bando, probar el amargo sabor de la derrota.

Hay que reconocer que, hasta el último momento, todavía existe un numeroso y amorfo grupo de indecisos, los cuales asistirán a la urna por primera y última vez. En todas las clases sociales, en todos los segmentos académicos, en los diferentes grupos y niveles económicos, hay seres abúlicos, que carecen totalmente de voluntad, no los mueve ningún valor en su vida y solo esperan el desarrollo de los acontecimientos para quejarse o aplaudir, según se los dicte la corriente. En el anterior espacio, caben ciertas corrientes de militares y profesores, los cuales, para vergüenza del gremio, solo esperan la dádiva gubernamental, a cambio de la entrega incondicional de su sindicato.

A pesar de las encuestas, que considero amañadas, a pesar de las grandes y poderosas fuerzas que tiene que confrontar; a pesar de todos los pesares, creo en el triunfo de Xóchitl, porque sería el triunfo y la sobrevivencia de México.

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