El miércoles Inglaterra se jugará el pase a la final de la Eurocopa contra Holanda. Pese al obvio interés que atrae la selección inglesa en su territorio y los espectadores que puede quitar a Wimbledon, no es el fútbol lo que más preocupa a Sally Bolton, presidenta del All England Club. «Lo que más me preocupa es que siga lloviendo», admitió este lunes Bolton, después de una semana en la que la lluvia ha trastocado con frecuencia la programación del torneo.
El momento más crítico fue el pasado viernes, con la cancelación de cuarenta partidos en las pistas exteriores, además de tener que mover otros a las pistas principales techadas, para poder aligerar la programación, aunque se haga a costa de maltratar aún más la hierba de estas canchas, que ya sufre suficiente con tenis de forma ininterrumpida durante dos semanas.
Wimbledon, como está definido en sus normas, es un torneo ‘outdoor’, es decir, que se juega al aire libre, pero muchos de los partidos importantes se han tenido que jugar con el techo cerrado, es decir, en condiciones ‘indoor’. En el caso de Carlos Alcaraz, ha tenido que jugar tres de sus cuatro partidos con el techo de la pista cerrado.
«El gran reto es la variabilidad del tiempo. Porque el parte puede decir que en dos días va a hacer buen tiempo y después cambia», aseveró Bolton, que agradeció a los trabajadores del torneo su esfuerzo durante los últimos días.
Y es que Wimbledon se ha convertido en una especie de ruleta rusa en la que es imposible de decir si se va a poder completar una jornada o no. Ha habido casos groseros, como el de Paula Badosa, que llegó al club por la mañana, porque su partido estaba programado a las 11:00, comenzó a jugar alrededor de las 13:00 de la tarde y no acabó hasta prácticamente las 19:00, con tres parones por lluvia mediante.
Algo parecido le ocurrió a Tommy Paul antes de su partido de este domingo contra Roberto Bautista, un duelo que tendría que haber comenzado alrededor de las 12:15 y no lo hizo hasta las 18:00.
«Llegué a las 9:15 de la mañana y empezó a llover cuando estaba a nada de salir a calentar. Esperé como durante una hora y media y pude calentar unos diez minutos, hasta que me tuve que ir al vestuario, donde tienen una especie de juego de golf y estuvimos ahí haciendo competiciones durante tres horas», contó el estadounidense, que no ha sido el único afectado por las inclemencias, no solo para jugar sus partidos, si no simplemente para entrenar.