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Filiberta: la defensora del bosque

Pablo Vargas
5 Min de Lectura

FORO ABIERTO

En la instalación de la Comisión Intersectorial de Cambio Climático, en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Hidalgo (Semarnath), el 06 de junio pasado, conmemorativo al Día Mundial del Medio Ambiente, se iniciaron los trabajos para actualizar la Ley de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático; sin duda, dados los acontecimientos globales, es una medida de gran urgencia y pertinencia.

Además de los discursos que convocaron a la participación y toma de decisiones, llamó la atención la intervención de Filiberta Nevado Templos, por su humildad, sinceridad y congruencia; cumplió su papel como representante de la sociedad civil, y lo cumplió con creces.

Filiberta es conocida como La Defensora de los Bosques, no cualquier bosque sino el de su entorno vital, Zacacuautla, donde nació y vive actualmente, en el municipio Acaxochitlán. No muy lejos de su casa se encuentra la carretera donde escucha y observa cotidianamente, la entrada y salida de camiones llenos de troncos o trozos de árboles; desde hace décadas, han hecho del saqueo y destrucción del bosque, un jugoso negocio con la complicidad de las autoridades de todos los niveles.

Por eso las palabras de Filiberta fueron auténticas y certeras. Dijo que cuando fue invitada no tenía en cuenta las dimensiones de la reunión, pero no desperdició la oportunidad para plantear su causa. Se concentró en la problemática actual de su región, no pensó en los efectos devastadores del cambio climático a nivel global, no habló del calentamiento global ni mucho menos del cambio de temperaturas que se padece en el globo.

Serena pero decidida, de quien sabe lo que comenta, Filiberta dijo: “En este momento la Sierra Otomí-Tepehua está ardiendo y nadie hace nada. Los árboles están cayendo, millones de mariposas mueren ahogadas por el fuego, las aves ya no cantan, huyen, el agua de los ríos y riachuelos se seca sin cesar. Esa es la realidad que importa”, refiriéndose al incendio en Tenango de Doria, que en ese momento duraba por lo menos tres días.

De repente lo oyentes guardaron una atención inusual, ya que no era cualquier discurso para cubrir el expediente. Filiberta se enfocó en el verdadero problema de los bosques: los talamontes, la tala clandestina, las autoridades que no cumplen con su función, la falta de legislación y de mecanismos de sanción contra los voraces depredadores, que no les interesa el desarrollo de la generación actual ni la venidera, solo los mueve el interés de lucro económico.

Filiberta continuó con un pronunciamiento claro: “de este evento espero acciones y programas que no se queden en el escritorio, apoyo directo al cuidado de los bosques”, y remató: “hasta aquí mis palabras porque no venía preparada”. Es obvio, que se ganó la ovación del público, de representantes de todos los sectores, inclusive de las organizaciones ecologistas internacionales, que estaban para dictar línea desde lejos y desde fuera. Todo lo contrario que debe ser la acción local para el cambio climático.

La labor de Filiberta no ha sido fácil. Se ha enfrentado al acoso de los enemigos del bosque que en Acaxochitlán tienen nombre y apellido. En 2006 esos mismos la “denunciaron” y, aunque no lo crean, la detuvieron y metieron a la cárcel. Gracias a la movilización de la sociedad civil solo estuvo un día en las mazmorras de la injusticia y el autoritarismo. Ha recibido amenazas y agresiones sin parar. Junto con los pobladores de la región formó la asociación “Ocoteco”, dedicado a la defensa del bosque y el manantial.

Esta Comisión del Cambio Climático de Hidalgo tiene una responsabilidad histórica y desafíos apremiantes. Filiberta ya lo dijo: “sin árboles no hay bosque, sin bosques no hay agua, sin agua no hay nada”, de ese el calibre para la sociedad y el gobierno.

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