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Fénix sin plumas 

Oscar Raúl Pérez Cabrera
3 Min Read
Ilustrativa

PEDAZOS DE VIDA

Salió como Fénix renovado, tras inmolarse con su cuerpo de sol, resurgió con una nueva apariencia. No hubo ceniza ni fuego real, ni siquiera un rayo de sol que tocara su piel para hacerle saber que no era inmortal, el fuego del que hablo fue su propio conocimiento, su propia verdad, y tras salir de ese capullo se echó a volar, pero no es una mariposa como acabas de imaginar, es el alma que surca el cielo con libertad… 

Aquél día se hartó de todo, amaneció con una energía extraña que lo hizo caminar, que lo hizo viajar con el poco dinero que tenía para llegar a fin de mes. Aquel día, cerró las llaves del agua y el gas, también cerró las llaves de paso, tendió su cama, acomodó en una pequeña mochila lo que consideró importante y salió de casa. 

Sus sandalias se quedaron junto a la cama, su botella de perfume quedó casi vacía, y así cada uno de sus recuerdos convertidos en objetos permanecieron en el lugar al que jamás iba a regresar. Cerró con doble llave la puerta principal, le puso llave a la reja y colocó el candado, en verdad no le importaba que alguien fuera a entrar pero quería que no la tuviera fácil, al final los ladrones son ladrones por flojos, por no querer trabajar, decía la abuela, y seguro tenía razón. 

Los primeros días estuvo consciente, trató de planear sus gastos, y conforme avanzó en sus pasos, la cama de un hotel quedó en el pasado, la banca del parque, un rincón de un edificio, algún marco de iglesia y más fueron refugio ante el sol, la lluvia, el frío, y más. No le faltó comida, eso nunca le faltó, la piedad con la que la gente veía sus ojos bestiales se transformaba en buenas acciones hacia su persona, y él sólo quería seguir, seguir adelante, sin un rumbo fijo sin un camino ni una ruta trazada.

Así fue como se despojó de problemas, así fue como comenzó a vivir la libertad, sin ataduras a la comodidad ni a pagos que hacer por el simple hecho de vivir. Unos dicen que se volvió loco, que aquél vagabundo que anduvo perdido por infinidad de ciudades era un indigente más, un apestado y drogadicto sólo por su apariencia. 

Pocos supieron que fue así como aquella criatura se quitó la piel seca, y estrenó nuevas escamas, unas más brillantes que por temor muchos no se atrevieron a admirar, acaba de estrenar piel, acaba de convertirse en un fénix sin plumas y nadie ve más allá que un indigente loco que se echó por la vida para caminar por el mundo.

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