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sábado, enero 4, 2025

Engracia, ¿suicidio o asesinato?

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PEDAZOS DE VIDA

Con el estallido del cohete en el cielo, se fue el año viejo. Con el reventar de la flor en los aires y la estela de humo se fue la vida de doña Engracia, se fue entre colores que se reflejaron en su rostro conforme el asesino apretó el cuello para asfixiarla, se fue la señora entre las doce campanadas, como tenía que ser, su vida se apagó conforme al plan que se había gestado unos meses atrás. 

Siempre creyó que después de la vida que había tenido, merecía más que una muerte ridícula, merecía más que resbalar en el baño, golpearse en la cabeza y morir, tenía que ser mucho mejor que cruzar la calle y ser arrollada por un autobús conducido por algún chofer maniático y con prisa, su último suspiro no podía ser mientras caía de un puente para ser destripada por un tráiler y quedar irreconocible. 

Fue hace un par de meses cuando descubrió que al vecindario habían llegado nuevos vecinos, unos que no pintaban nada bien, personas con sangre pesada, con tosco hablar y con un carácter que se notaba que eran gente de pleito. Desde su ventana varias veces pudo ver que vendían cosas que no eran buenas, que llegaban con artículos cuyas facturas seguramente no venían incluídas.

El muchacho aquél era amable, pero en la mirada se le notaba la delincuencia, bastó con un saludo para darse cuenta del tipo de hombre que era. Doña Engracia siempre fue de espíritu indomable, siempre tuvo las riendas de su vida, cuando se casó, cuando se divorció, cuando dejó los hijos al marido para que no se fuera con las putas, todo eso la convirtieron en la apestada de la familia, sin embargo su belleza siempre la salvó de una y de otra forma. 

En el cabaret, se hizo clienta, luego se hizo bailarina y conductora, luego se hizo socia y al final, cuando estuvo al borde de la quiebra, lo compró por completo, después de levantar el negocio, le aburrió y se fue a conocer el mundo, y en todos esos viajes no logró una muerte digna que fuera recordada. 

Por años fue la vecina ejemplar del barrio, en el vecindario todos le tenían buen afecto. Ella supo que la codicia provocaría su asesinato, que sólo bastaba con trabajar en detalles que hicieran que aquellos vecinos nuevos entraran a robar y, tal y como lo diseñó, entraron a robar en la víspera del año nuevo, amenazó que los tenía identificados, les dijo que no podrían sacar su cuerpo de la casa, y como último deseos les pidió que ya que la iban a matar fuera mientras los cohetes reventaban en el cielo anunciando la llegada el año nuevo. 

Así fue como la muerte de Doña Engracia quedó plasmada en los diarios, los medios de comunicación hablaron de ella, se hicieron investigaciones sobre su vida, surgieron crónicas y reportajes sobre la anciana asesinada en vísperas del año nuevo. 

Atraparon a los delincuentes que le quitaron el aliento como ella lo quiso, y después de todo, su nombre quedó en la memoria de todos los que supieron que la noble y valiente mujer había sido asesinada a sus 86 años.

“Engracia, la que nació un treinta y uno de diciembre y murió un primero de enero, la mujer víctima de la delincuencia de una sistema político fallido, la mujer que no tuvo fuerzas para enfrentar a sus asesinos y se dejó matar para dejar atrás el dolor que en su momento le había provocado la lucha por su libertad”.

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