RELATOS DE VIDA
Estaban en los preparativos, no habían dormido mucho porque algunos de los platillos necesitaban más tiempo para su preparación y al día siguiente debía estar todo listo para el gran pachangón que auguraban para agradecer por otro año más de vida y por tener un patrimonio
Si bien le faltaban muchos detalles, la casa estaba lista para habitarse, y representaba un importante ahorro en renta, que desde hace décadas pagaban, pero ahora sí contaban con un hogar en el que podían invertir y ya no pagar a alguien más.
Además la capital tenía una particularidad, se había construido con las manos y el esfuerzo de toda la familia, Rosendo colocando las cadenas y vaciando el colado que preparaban sus hijos en compañía de su esposa, y sus familiares que de vez en cuando llevaban comida para echarse un taquito mientras trabajaban.
Rodeado tenía un poco de conocimiento en albañilería, de cuando estaba de chalán de Don Poncho, aunque le faltaba experiencia para atender situaciones no previstas, pese a eso decidió comenzar a construir su casa, finalmente lo básico lo sabía y con eso era más suficiente.
Después de un año en obra, por fin tenía su hogar terminado, o al menos listo para ser habitado, ese es el motivo de la pachanga, celebrar este logro que también era de su familia, porque tuvieron que apretarse el cinturón para ahorrar y comprar terreno y materiales para hacer este sueño realidad.
Hasta que el día esperado llegó, la comida estaba lista y el chupe también, querían celebrar a lo grande, primero fue la misa para colocar la cruz que habría de bendecir su hogar y después la gran fiesta con variedad de platillos, todo estilo buffet, y las bebidas estaban a la mano de quien quisiera tomar.
La fiesta era todo un éxito y los ánimos estaban desbordados, pues los familiares compartían la felicidad de la familia por haber conseguido un patrimonio, y bajo esas vibras positivas la fiesta siguió.
Ya por finalizar la pachanga, uno de los invitados que había estacionado su camioneta de reversa, justo a la entrada de la casa, pues había descargado los refrescos, hielos y cervezas, preparaba su marcha, encendió el motor y movió la palanca para iniciar el paso, después de despedirse con un grito de los invitados, pisó el acelerador hasta el fondo, sin verificar la velocidad, impactando la mitad de la unidad en la pared frontal de la casa.
Al darse cuenta de que había retrocedido y en consecuencia deshecho la pared, colocó la palanca, ahora sí en primera, y sacó la camioneta que se encontraba al interior de la casa, cuando avanzó varias paredes colapsaron en una reacción en cadena, dejando la casa sin fachada.
Los pocos que quedaron, no daban crédito a lo que había sucedido, primero acudieron a revisar si el conductor estaba bien, después acudieron con la familia para darles apoyo y después fueron parte de la negociación para arreglar el problema, porque ahora Rosendo y su familia tendría que seguir rentando en tanto volvían a construir la fachada y dejar en condiciones la casa con la que tanto habían soñado.