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El voto diferenciado

Javier Peralta
4 Min de Lectura

RETRATOS HABLADOS

El domingo por la noche estará definido el futuro del país.

Pase lo que pase, le invito a pensar que la felicidad cotidiana, algunos dicen “simple”, pero no es simple, sino fundamental; esa felicidad que se respira, nadie se la quite, ni la victoria de quien usted no quería que ganara, o la derrota de quien usted quería que triunfara.

Usted y yo sabemos que, primero, la aspiración que legítimamente tenemos a la felicidad, que, por supuesto contempla el amor, solo depende de nosotros, y se caiga el país o surja de sus cenizas, usted y yo seremos los de antes, los de siempre.

Hemos cometido, a lo largo de nuestras vidas, cantidad de errores al elegir a los gobernantes, y es normal, la vida de un ser humano es tan diminuta, que apenas aguanta diez oportunidades para tropezar y tropezar con la misma piedra política. Es decir que, si bien nos va, y nos despedimos de la existencia a los 78 años, y votamos por vez primera a los 18, habremos contribuido, con nuestro voto, a la conformación de México durante 60 años.

Es la primera vez que, lo confieso, llegamos a los comicios electorales con un odio profundo a quienes, sabemos, depositarán su voto por la opción que detestamos, que asumimos como portadora de los mismísimos designios del demonio. Pero, también lo sabemos, no es así, al final de cuentas somos simples mortales que juegan el juego eterno de hacerse del poder para luego no querer dejarlo.

A partir de esta primera premisa, es posible ver con más inteligencia lo que pasará el domingo, porque, asentado que, después de todo, con bastante regularidad el proceso histórico de una sociedad es repetir hasta la saciedad esquemas de consolidación, reconstrucción, revolución, y por supuesto transformación, el asunto pareciera que radica estar en un momento que no implique empezar de cero.

Vote, hágalo con gusto, con ganas de confirmar que se respeta su decisión, de que eso, igual que la felicidad, ya nadie lo puede quitar, aunque quién sabe. Pero bueno, para saber si sí o no, primero acuda a las urnas, tache al son de una canción el nombre de quien usted cree será la mejor opción, y regrese a casa para desayunar un domingo como pocos.

Sí, el futuro del país está en juego.

Pero no se crea las historias que nos han contado hasta el hartazgo estas semanas: ni con una vamos que volamos a la prosperidad social más grande de todos los siglos, ni con otra se detiene el tren desbocado de la estulticia.

Seamos serios. Somos simples seres humanos, unos más fuera de sí por el poder que siempre provoca esa condición, y otros que de plano no les interesa eso de la política.

Hagamos con cuidado la selección. Pensemos una y otra vez.

Ya se lo dije con insistencia: a ninguna le regale todo su futuro, quédese con una baraja bajo la manga, para poder negociar a futuro. Sí cae en el juego de que, sin mirar ni saber nada del futuro o futura diputada federal o senadora o senador, ya tachó como zombi su nombre, luego no reclame. El poder absoluto desquicia al que lo tiene en sus manos, lo hace loco o loca.

Vote.

Vote con el uso de la razón.

Y la razón no le regala su futuro a nadie. A nadie.

Y que conste, no le hablo del voto útil, sí del voto diferenciado.

¡Mil gracias, hasta el próximo lunes!

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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