LAGUNA DE VOCES
Cierto, es un abuso de los centros comerciales adelantar tanto las festividades navideñas y de fin de año, con el único objetivo de vender más. Apenas terminan y ya visten las tiendas con arreglos dedicados a los Reyes Magos, y no se han ido aún los que trajeron oro, incienso y mirra, cuando se atasca de corazones cada rincón del almacén. Es una prisa eterna de los de mercadotecnia, para no dejar siquiera respirar a los que descubren, simplemente, que es un bucle que se repite, se repite y se repite hasta el infinito.
Sin embargo, esa urgencia por dejar atrás lo que apenas hace unos días nos traía la nostalgia por los tiempos idos, la alegría de estar con los que quedan en la festividad, es una técnica única para que decidamos, finalmente, mantenernos en esta larga, larguísima ruta de aprendizaje en la vida. Por supuesto no es esa la intención de los que nos saturan con más y más descuentos, pero la cumplen sin querer.
Imagínese solo por un momento quedarse para siempre en la temporada navideña. Por mucho que le guste, desembocaría en una pesadilla, pero, además, en un desgano para vivir. Le pasa a los que deciden no salir de su casa durante mucho tiempo. Pierden interés por todo.
Lo que se hace de manera repetitiva tiende a perder su razón de ser. Por eso es que los vendedores profesionales, le inventan, nos inventan, y les creemos, que la barata de invierno es nueva, única, aunque sea lo mismo.
No todo se puede cambiar a cada rato.
Pero de alguna manera cuando vemos que ya salieron los arbolitos navideños, las roscas de reyes, los corazones, los niños en su día, las cabecitas blancas, caemos en la cuenta de que seguimos vivos, de que no habitamos un lugar desconocido, sino nuestra vida.
Todos los días uno se levanta con la esperanza de que el cielo se vea luminoso, nublado o con lluvia. Esos cambios de clima totales en solo 24 horas, solo los ofrece Pachuca. A lo mejor eso garantiza que nunca nos demos cuenta, si ya partimos, de que, efectivamente, ya morimos.
Día a día, hora tras hora, dejamos de ser lo que éramos, según los filósofos griegos.
Y así debe ser.
Porque ser los mismos tantos años, seguro ya nos hubiera cansado.
Así que disfrute de las tiendas, aunque no compre nada. Simplemente vea que el calendario del tiempo, poco tiene que ver con días y semanas, sí en cambio con nuevos modelos de todo, desde ropa hasta licores, desde relojes hasta coches. No se ponga triste si se quedó sin recurso alguno luego de tanta fiesta. Ya vendrá la oportunidad de reincidir en las deudas, que para eso solo hay una vida.
Además, a los de la mercadotecnia, no se les ha ocurrido cómo venderle a los difuntos.
Aunque, quién sabe…
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta