AGENDA EDUCATIVA
¿Cuál será la política pública en materia de educación, ciencia y tecnología en el gobierno de Sheinbaum? Los primeros indicios sugieren cambios significativos y favorables que marcan un rumbo distinto al del gobierno de AMLO. Un primer cambio, fue la designación de Rosaura Ruiz como nueva secretaria del Conahcyt, lo cual generó una percepción distinta en la comunidad académica, en el sentido de una menor confrontación con este sector y una mayor disposición al diálogo.
Un segundo cambio ha sido la transformación del Conahcyt en una nueva Secretaría de Ciencia y Tecnología, lo que también es una señal positiva. Durante varios años, diversas voces habían propuesto esta transformación, pero ni en el gobierno de Peña Nieto ni en el de AMLO se mostró disposición o se percibió su necesidad. Quizá algunos recuerden la declaración y el argumento de un funcionario sobre este tema: «no queremos una mayor burocracia».
¿Qué ventajas tiene pasar de un Consejo, como lo es el Conahcyt, a una nueva Secretaría? A mi juicio, una de las ventajas sería el mayor nivel de visibilidad, participación y reconocimiento dentro de la estructura administrativa gubernamental. Además, esta visibilidad permitiría que la ciudadanía perciba mejor las funciones que desempeña esta nueva Secretaría, promoviendo la transparencia, la rendición de cuentas, entre otros aspectos. Evidentemente, al Conahcyt ya se le evalúan estas acciones, pero el interés del público en torno a la ciencia y la tecnología ha sido reducido a la valoración y juicio del propio gobierno y el de una pequeña comunidad académica y científica.
Otra ventaja de este cambio podría ser una reconfiguración en la toma de decisiones. Actualmente, como Consejo y según la Ley de Humanidades (2023), la toma de decisiones se lleva a cabo a través de una Junta de Gobierno (Artículo 68) en la que participan los titulares de diversas secretarías del gobierno, incluidos representantes del ejército. Elevar al Consejo a una Secretaría podría generar una mayor independencia y establecer una comunicación de igual a igual entre áreas. Esto tal vez llevaría a modificar la Ley de Humanidades.
Pero, una vez establecidos estos ajustes clave en materia de ciencia y tecnología, ¿qué acciones de gobierno podríamos observar en el próximo sexenio (2024-2030)? El documento de campaña 100 Pasos para la Transformación toma como referencia la Ley de Humanidades referida, los Proyectos Nacionales (Pronaces), y los programas de becas orientados a formar o fortalecer los recursos humanos altamente calificados, como el Sistema Nacional de Posgrados (antes PNPC) y el Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (antes SNI).
La política pública en materia de ciencia y tecnología de Sheinbaum seguirá esta ruta, profundizando y enriqueciendo los proyectos estratégicos y el presupuesto para becas. Sin embargo, llaman la atención algunas propuestas y acciones específicas de gobierno: “Aumentar el presupuesto destinado a la ciencia y al desarrollo tecnológico, e impulsar la investigación interdisciplinaria vinculada a proyectos que atiendan el desarrollo nacional”; y “la creación de un programa de apoyo y transferencia de conocimiento a nivel nacional para aprovechar la relocalización de industrias tecnológicas internacionales en los sectores de aeronáutica, automotriz, marítimo, semiconductores y tecnología para la seguridad” (pág. 358).
En cuanto a la métrica para implementar esta política científica y tecnológica, no se presentan cifras. Por ende, habrá que esperar al Presupuesto de Egresos de la Federación de este año y el Programa Especial de Ciencia y Tecnología para ver la correspondencia entre lo dicho y lo hecho.
x@cesargarcia_131