PIDO LA PALABRA
La vida es movimiento, devenir permanente, somos y dejamos de ser; nada es lo mismo que ayer; es más, en este momento somos diferentes a como éramos hace un par de horas, aunque el cambio sea imperceptible; luego entonces, si la vida es un cambio permanente, ¿por qué le tenemos miedo al cambio?
En esta semana he visto una gran cantidad de sentimientos infundados, tanto de frustración como de miedo, y todo por un proceso electoral que a los mexicanos ni nos va ni nos viene, me refiero al proceso electoral norteamericano en el que, como todos sabemos, ganó Donald Trump.
A partir de ese momento se han soltado una serie de reacciones, muchas de ellas amarillistas y carentes de todo sentido común, pero que con el afán de protagonismo, incluso, hay quienes no dudan en emitir irresponsablemente opiniones sin sustento alguno.
¿Por qué no en lugar de generar miedo preocupante, mejor generamos un impulso ocupante?; sí, seguramente el próximo año nos espera un panorama difícil, pero la respuesta debemos buscarla en lo que internamente hicimos o dejamos de hacer en lugar de seguir buscando en otros la culpa de nuestros males. Seis años de echarle la culpa al pasado creo que ya fue más que suficiente.
Ya sé que es más cómodo buscar chivos expiatorios, pero esa es solo una forma de autoengaño para seguir sintiendo lástima por nosotros mismos y seguir expresando el consabido “¡oh, y ahora, quién podrá defendernos!”; les aseguro que no va a venir el Chapulín Colorado.
Lo que tenemos que hacer para enfrentar tiempos difíciles es seguir preparándonos, cada día, cada minuto de nuestra existencia, quitarnos ese hábito de sumisión y dependencia y colocarnos el traje de emprendedores; el liderazgo es 99% trabajo y 1% de talento, entonces pongámonos a trabajar y que los vecinos del norte se apuren de su futuro y nosotros del nuestro.
Es patético el solo acordarme que hace 28 años los mexicanos temblaban porque se iniciaba la operación del Tratado de Libre Comercio; hoy veo a muchos en su infinita ingenuidad nuevamente temblar porque existe la obligación de renegociarlo; que contrasentido, los que antes no querían al Tratado comercial, hoy sueñan con mantenerlo en sus términos.
En realidad el miedo es al cambio, queremos seguir en nuestra zona de confort y que nadie nos saque de nuestro claustro materno; despertemos mexicanos, el camión de las oportunidades pasa a las cinco de la mañana, y nadie se llevará a la camita los resultados sin esfuerzo alguno.
El cambio nos da energía y ello es un incentivo para buscar trascender y no simplemente vegetar, así lo hemos entendido a lo largo de nuestras vidas, y por ello siempre buscamos nuevos horizontes, nuevas metas, nuevas razones que nos sostengan en nuestros ideales.
Precisamente eso es lo que tienen que buscar las nuevas generaciones, ¡un cambio de actitud! No solo un cambio de personas, no únicamente un cambio de estrategias para llegar a la población; por ningún motivo debemos buscar un cambio para seguir igual.
No hay de otra, el único antídoto para nuestros miedos es la preparación, seguir estudiando, capacitarnos y ser más habilidosos en la actividad que desarrollamos, pues cuando estemos conscientes de que nuestros miedos son irracionales, también seremos conscientes de que no importa el tamaño del vecino si es que nosotros estamos forjando nuestra propia historia
Aún hay mucho camino por recorrer y mucho tiempo para respirar, para seguir sembrando con la experiencia del pasado, pues algún día esos frutos alimentarán a los que todavía seguirán haciendo su camino al andar.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.