IGUALDAD SUSTANTIVA, EMPODERAMIENTO EFECTIVO
Según los lineamientos para el periodo 2024-2025 de la cuarta reunión regional de la Conferencia de la ciencia, la tecnología y la innovación, América Latina y el Caribe se ha visto afectada por un desfavorable escenario internacional que ha sido moldeado por los efectos de la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) y, más recientemente, por los conflictos bélicos en Ucrania y Oriente Medio, las tensiones comerciales, los conflictos geopolíticos y el rebrote de las presiones inflacionarias.
Sin embargo, los retos clave de la región son más estructurales, en 2023 se completó una década con un crecimiento promedio anual de solo un 0.8 por ciento, muy inferior al 2.0 por ciento logrado durante la denominada “década perdida” de los años ochenta. Buena parte de la explicación de ese bajo crecimiento radica en una productividad que ha permanecido prácticamente estancada, e incluso ha retrocedido durante las últimas décadas, y que en términos relativos respecto del resto del mundo ha ido disminuyendo.
Son muchas las razones que subyacen a esta situación; sin embargo, una de las más importantes ha sido la incapacidad de sofisticar, diversificar y generar un cambio estructural virtuoso en los aparatos productivos de los países de la región. Si no se logra un crecimiento sostenido de la productividad, a la región le será difícil alcanzar la aspiración de un crecimiento alto, sostenible e inclusivo.
En el ámbito específico de la ciencia, la tecnología y la innovación, los problemas de la región también son estructurales y de larga data; la promoción del avance de la ciencia, la tecnología y la innovación en la región no se limita al aumento de la disponibilidad de recursos, si bien es claro que dicha disponibilidad amplía el espacio de acción de la política. Involucra también incrementar el impacto particularmente en materia de productividad de los recursos y esfuerzos que se destinen a la ciencia, la tecnología y la innovación.
Por ello, en un escenario de debilidad estructural, escasos recursos y necesidad de realizar acciones en una escala mínima que permita lograr resultados, surge la exigencia de orientar los recursos destinados a apoyar la ciencia, la tecnología y la innovación, o al menos una parte de ellos, hacia áreas del conocimiento e intervenciones que apunten a abordar los principales retos que enfrentan los países, entre ellos el de la productividad, antes mencionado, y que al mismo tiempo contribuyan a incrementar la relación costo-efectividad de estos recursos y esfuerzos.
Las políticas de ciencia, tecnología e innovación deben desempeñar un papel central no solo en la construcción de capacidades nacionales, sino también en la solución de problemas y desafíos nacionales en el marco de las políticas de desarrollo de los países.
Si no se aborda el reto de una productividad estancada, difícilmente los países de la región podrán enfrentar otros desafíos, como la reducción de la pobreza y la desigualdad, la creación de empleos de calidad y la disminución de la informalidad, e incluso los desafíos que impone el cambio climático.
Por tanto, para abordar estos desafíos, los países de la región deben aumentar el grado de ambición y los esfuerzos que han venido realizando en materia de políticas de desarrollo productivo sostenible e inclusivo, entendidas como aquellos instrumentos y esfuerzos que apuntan directamente a sofisticar y diversificar las economías y generar en ellas un cambio estructural virtuoso, como vehículo para aumentar la productividad.