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Hidalgo
viernes, junio 6, 2025

Corrupción

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MEMENTO

“Maldices al político que se le va la mano, ya sea por glotón o por profano, pero cuando miras con deseo a la mujer de tu hermano, te das cuenta que en tu espíritu hay tendencias de tirano…”

Corrupción en tu espejo – Nino Freestyle y Vico C

Del latín corruptio, de corrumpere, que significa “echar a perder”, “descomponer” o “alterar”. Cor-: intensivo (prefijo que da fuerza a la acción). Y rumpere: ‘romper’. Corrupción = «Descomposición completa» o «ruptura total» (de lo moral, lo legal o lo estructural). Originalmente se usaba para hablar de cosas que se pudrían o perdían su forma natural. Luego se amplió a lo moral, político y social: una degradación interna que rompe lo que debería funcionar.

Hace tiempo, mientras viajaba en un colectivo de la ruta 47, escuché cómo un niño de unos diez años presumía a su amiga adolescente cuánto le gustaba el perro del vecino y cómo su padre —heroicamente— había ideado la forma de sustraer al canino para su regocijo. Por un momento, imaginé que la chica le diría que eso no estaba bien. Iluso de mí: la chica vitoreó la idea y hasta dio algunas propuestas para mejorar el secuestro canino.

Creemos que la corrupción solamente se da en el Gobierno. Hemos crecido con esa idea, nos gusta señalarla, estigmatizarla y hasta enjuiciarla. Y en verdad no está mal hacerlo; la bronca es cuando dejamos de ver todo aquello que nosotros estamos haciendo. Porque es muy sencillo ver la corrupción en los demás, pero si es un acto en el que nosotros estamos involucrados, simplemente lo ignoramos o justificamos.

Hay quien puede creer que la corrupción solamente es el acto de dar dinero a cambio de algo. Error. Corrupción es cambiar la forma de hacer las cosas para adecuarlas a nuestra manera con la finalidad de facilitarnos alguna situación. Somos corruptos cuando el compadre se forma en la fila de las tortillas y llego a formarme detrás de él porque me apartó mi lugar. Somos corruptos cuando utilizamos el tiempo de trabajo para nuestras cosas personales, cuando damos la dirección de nuestra chamba para que llegue algún paquete. Somos corruptos cuando hacemos la maqueta del Sistema Solar a nuestros hijos, “para que quede más mejor”. Somos corruptos cuando le pedimos a Diosito que nos ayude a pasar el examen cuando ni siquiera estudiamos. Somos corruptos cuando le pedimos al profe que nos regale una décima para poder sacar una mejor calificación, o —peor aún— cuando copiamos la tarea. Somos corruptos cuando le pedimos a nuestras amistades dar «like» en una publicación para que otra persona gane un concurso a la mejor foto sin tomar en cuenta el esfuerzo de la competencia. Sin embargo, todo lo anterior lo hemos normalizado al grado de pensar que está mal aquella persona que hace lo correcto, en lugar de reconocerle, por el contrario, le llamamos estupidez a esa renuncia a ser una persona corrupta.

La conseja de hoy:

Antes de enjuiciar a otro por lo que pueda hacer o no hacer, pregúntate como puedes mejorar en tu persona. El “¿qué tanto es tantito?” para justificar nuestras acciones debería quedar fuera de nuestro lenguaje. Como dijera mi Awe: “Es más fácil ver la astilla en el ojo ajeno que la viga en el propio”.

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