COMO YO LO VEO
Por: Martín Peralta
Durante la noche del pasado jueves fue asesinada la candidata Lucero López Maza, en La Concordia, Chiapas, del Partido Popular Chiapaneco, quien junto con otras cinco personas fue masacrada por delincuentes. Allí apenas el 31 de marzo perecieron 31 personas en un enfrentamiento entre cárteles y de la Guardia Nacional.
El sábado fue atacada la caravana del candidato de Morena al ayuntamiento de Villa Corzo, Robertony Orozco Aguilar, en Chiapas. En el acto mataron a tres de sus colaboradores.
Este domingo en la madrugada, también en Chiapas el equipo de campaña de Nicolás Noriega, candidato de Morena en Mapastepec, fue masacrado por delincuentes al ser emboscados cuando procedían de la comunidad de Ibarra, con saldo de cuatro muertos y tres heridos, todos jóvenes.
Ya suman cerca de 40 aspirantes a diferentes puestos de elección popular que han sido sacrificados, por lo que se puede decir que el camino hacia las elecciones está lleno de sangre.
Este día es el último debate entre los candidatos a la Presidencia de la República: Claudia Sheinbaum de Morena y partidos afines; Xóchitl Gálvez de PRI-PAN-PRD y Jorge Alvarez Maynez de Movimiento Ciudadano. Presentarán propuestas para detener la violencia y se acusarán por corrupción, etcétera, etcétera. Mientras las elecciones están manchadas de sangre, antes de realizarse.
Sabemos y estamos presenciando que simplemente quienes han gobernador y gobiernan no pueden o no quieren, o están implicados en la gran podedumbre y en el gran negocio que representa ya la criminalidad desbocada. Y sabemos que cuando han matado a los candidatos es porque a los criminales no les conviene y asesinan para colocar a los suyos en los puestos públicos.
Poco se puede esperar que haga el nuevo gobierno. La verdad la vemos a diario en casi todo el país donde operan los delincuentes impunemente; y no se puede justificar con la explicación de que la violencia es sólo entre los grupos de narcos. No, porque la primera obligación del Estado es proporcionar seguridad a los habitantes. Y no se ha hecho, es cierto ni en el gobierno que termina ni durante los gobiernos que precedieron.
Gran parte del país está tomado por grupos de delincuentes mostrando fuerza y compitiendo con el propio ejército. La realidad es que ante la incapacidad mostrada, los capos extenderán su poder a otras entidades que hasta el momento no han caído.
La respuesta va a recaer en la propia gente, como ha ocurrido siempre en la historia de México. La prioridad es recuperar la seguridad y la paz en México, porque sólo así podremos avanzar como sociedad; sin esa paz y seguridad nos espera ver más barbarie. Las elecciones están manchadas de sangre. A los ciudadanos nos va a corresponder recomponer todo, porque lo que hemos presenciado es una política de compra y venta, convertida en el gran negocio, al que la delincuencia no va a permitir que funcione sin su consentimiento.
En momentos en que presenciamos a diario matazones en Chiapas, Zacatecas, Guanajuato, Estado de México, Morelos y demás estados tomados por la delincuencia, cómo podemos tener certeza en las promesas de los aspirantes a la Presidencia. Sólo nos queda confiar en nosotros mismos y en encontrar la forma de contener este mal que nos carcome y nos destruye.
La pregunta obvia a los candidatos es: “Tú propones terminar con la delincuencia y la inseguridad, pero cómo lo vas a hacer, porque hay maneras como lo hizo Bukele en El Salvador, pero ¿estás dispuesto (a) a hacerlo?”. Porque las promesas sin sustento sólo suenan a palabras huecas.