MEMENTO
“Yo no quería una vida normal, no me gustaban los horarios de oficina, mi espíritu rebelde se reía, del dinero, del lujo y el confort, y tuve una revelación, ya sé que quiero en esta vida…”
La Guitarra – Los Auténticos Decadentes
Del francés “bureaucratie”. Bureau: “escritorio u oficina” en francés. Y cratie: del griego, que significa “poder o gobierno”. Burocracia puede comprenderse como «Gobierno de los escritorios». Es decir, un sistema de administración basado en reglas y procedimientos.
Desde que salí de la escuela, tuve la oportunidad de trabajar en el sector gubernamental. Aprendí la importancia de trabajar arduamente. Mi primer jefe, el Lic. Rueda, me dejó clara la relevancia del trabajo que realizaríamos en la oficina: una cifra mal colocada podría implicar una decisión que afectara a muchas personas. Un día cometí un error que tuvo consecuencias bastante complejas, durante cuatro días, para toda la Delegación. Cuando platiqué con el Delegado, por supuesto que me llamó la atención, pero no aceptó mi renuncia y solamente me dijo: “Lo solucionaste. Comprendo que fue parte de implementar algo nuevo, pero sobre todo sé que no se equivoca quien no hace algo, y tú has trabajado bastante. Solo ten más cuidado”.
La historia anterior quise contarla porque, en todo este tiempo que llevo trabajando para el gobierno, me he encontrado con todo tipo de compañeros: desde aquella persona que llegaba rayando la hora de checar la entrada y se echaba una hora arreglándose en el baño, hasta la persona que llegaba a checar, se salía y volvía a la hora de checar la salida; algunas personas que en verdad se dormían en su oficina, o que literalmente ocupaban los equipos de cómputo para visitar páginas de tutoriales sexuales -por no decir porno-.
Pero, pero, pero… también conocí compañeros que llegaban antes de la hora para trabajar, tomaban el break adecuado para no cansarse de más y cometer errores, y continuaban laborando. Conozco personas comprometidas con su trabajo y que tienen tatuado el compromiso que tienen con la sociedad. Sin embargo -y lamentablemente- muchas personas tenemos el concepto de “burócratas” como a las primeras personas que describí.
Cabe destacar algo: si bien las personas burócratas tenemos el deber y la obligación de atender a toda la población, esa frase de “por mí comes y mis impuestos pagan tu sueldo”, la verdad es que no es tan cierta. Nuestro trabajo es digno y si bien servimos a la sociedad, no tenemos que sufrir o ejercer maltratos. De los compañeros con quienes he tratado, solo un muy bajo porcentaje no tiene esa capacidad de servicio. La mayoría de mis compañeros y compañeras tienen bastante comprendido su papel en la sociedad.
Me queda claro que todos quisiéramos que los trámites ante el gobierno fueran ágiles y que se evitara tanto papeleo. Sin embargo, todo tiene una razón de ser. Parte de los procedimientos y de la documentación —así como las copias de casi todo— implica guardar evidencia de cada uno de los trámites que se realizan. Lo comprendo porque lo he vivido: no resulta fácil ni sencillo de entender. Pero ni todos los burócratas somos buenos, ni tampoco somos tan malos. Comprendemos que nuestra labor con la sociedad es ayudarles en esta administración. Y créanme: muchas de las personas con quienes colaboro tienen una alta actitud de servicio.
La burocracia tiene mala fama, pero detrás de cada trámite también hay personas que sí se toman en serio su papel.
La conseja de hoy:
Desde hace años sé que el trabajo se hace en territorio, pero hay una laudable labor desde el escritorio. La burocracia es una forma de garantizar que las decisiones no dependan de una sola persona, sino que se pueda contar con un proceso. Y como diría mi ex jefe: “Cásate con un burócrata, ya sabe de paciencia, tolerancia… y tiene la capacidad de soportar maltratos e insultos”