IGUALDAD SUSTANTIVA, EMPODERAMIENTO EFECTIVO
La separación familiar ha sido un elemento persistente en la migración, hasta 1980 la migración mexicana hacia Estados Unidos era mayormente masculina y temporal, dejando a muchas mujeres solas con sus hijos e hijas, sin embargo, desde las últimas dos décadas del siglo XX, ha habido un cambio en este patrón, con un incremento de la migración indocumentada, una mayor dispersión geográfica de las personas migrantes, un aumento en la migración familiar, y sobre todo una mayor participación de mujeres en estos flujos migratorios de quienes hablaremos en este artículo.
La salida de las mujeres madres a los Estados Unidos genera arreglos temporales para el cuidado de los infantes, que suelen quedar al cuidado de familiares, lo que se ha denominado «maternidad transnacional», aunque esta situación conlleva un sacrificio emocional, las remesas enviadas por las mujeres a sus familias les permiten mantener un nivel de vida digno que de alguna forma compensa su sacrificio.
Logros que, ante las deportaciones ocasionadas por las recientes políticas migratorias de Donald Trump, se han visto afectados significativamente recayendo en la pobreza y en el desarrollo emocional de las mujeres y sus familias.
A diferencia de los retornos voluntarios, la deportación es abrupta y forzada, generando una serie de consecuencias negativas, como el desmantelamiento de unidades familiares, la pérdida de ingresos y el empobrecimiento de las familias. Además, muchas deportaciones afectan a mujeres que, aunque son una minoría entre los deportados, son madres que a menudo no han cometido delitos.
La salud mental de estas mujeres se deteriora al vivir emociones de estrés, ansiedad, angustia, desesperación y miedo al obtener como resultado de su esfuerzo el fracaso y la derrota, también pueden presentar ideas suicidas, pérdida del sueño y dificultad para concentrarse. Muchas de estas mujeres desconocen los procesos de retorno y trámites legales.
Las experiencias de las mujeres deportadas revelan que muchas de ellas a su regreso a su país, enfrentan situaciones de violencia y desintegración familiar, pues a pesar de que las políticas públicas han intentado abordar la violencia contra las mujeres migrantes, muchas no se atreven a buscar ayuda por miedo, lo que puede llevar a que se conviertan en víctimas de la violencia, pero también enfrentan consecuencias legales por el cuidado de sus hijos e hijas.
Si ya de por sí, con la separación familiar y la distancia de sus hijos e hijas les generó sentimientos profundos de tristeza, amargura, y pérdida de identidad, con la deportación y la ausencia de remesas, se enfrentan desafíos significativos en la reconstrucción de sus vidas, requiriendo urgentemente un retorno asistido con perspectiva de género, del cual no se dispone en México para ayudar a las mujeres.
Al respecto, Alda Facio, en su estudio sobre las disposiciones de la legislación migratoria mexicana que regulan el retorno asistido para determinar si estas leyes se centran exclusivamente en las necesidades y experiencias de los hombres migrantes, ignorando la creciente presencia de mujeres migrantes, determina desde una hipótesis con perspectiva feminista, que las disposiciones legales en la Ley de Migración y su Reglamento son androcéntricas, excluyendo a las mujeres, o bien incluyéndolas únicamente a través de estereotipos sexistas.
Esta situación establece una tarea urgente para las y los legisladores sobre el análisis y toma de decisiones al derecho migratorio de las mujeres entendido como un fenómeno amplio compuesto por tres elementos: el componente formal normativo, el estructural y el político cultural.