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Hidalgo
sábado, julio 26, 2025

Así lo quiso Dios

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PEDAZOS DE VIDA 

Aquella noche de desgajó el cerro, desde la loma vimos cómo se llevó todo el alúd, que es así como dijeron las noticias que se llama eso, cuando la tierra y el agua deciden dejarte sin casa, sin un techo donde dormir, sin tus pertenencias que tanto te costó tener, nunca había pasado algo así, el Pepe sacó su pantalla, pero se le mojó con la lluvia, la conectó para ver si prendía y nada más echó chispas y sacó humo, del puro enojo la pateó y ahora sí, quedó inservible. 

Fue entonces cuando miramos por la ventana de la secundaria que estaba en la punta de la loma, cómo nuestra historia se borraba en unos minutos, porque ni siquiera fueron horas, de un momento a otro; por lo que todos rezábamos para que no pasara, sucedió, el alúd se llevó todo, no dejó un muro de pie, y se lo llevó hasta al río donde el agua y su creciente concluyeron la misión, dejarnos sin casa a nosotros y a veinte familias más.

Los ojos de la Graciela reventaron en lágrimas mientras con su vocecita como si fuera para ella misma decía “Dios mío, Dios mío”, los vecinos estaban sorprendidos y aunque se trataban de consolar diciendo que estaban bien, que nadie se había quedado, que hasta los animalitos que tenían habían logrado traer; con sus miradas de desolación, de rabia y de impotencia que da ver que todo aquello que hiciste por años lo arrasó el agua. 

Fueron tiempos difíciles Dasho, cuando entré a la universidad y leí “Es que somos muy pobres” de Juan Rulfo, también los entendí a ellos, digo nosotros no tuvimos que sufrir la suerte de la Tacha, pero ese sentimiento que se alberga en el corazón, que es como un grito que no se puede dar, se queda y se queda para siempre. 

Por eso ahorita que veo los carros de estos infelices pasar en este río provisional en el que se ha convertido la ciudad, entiendo perfectamente a los hombres y mujeres que desde allá ven como sus vehículos se los lleva el agua como si fueran barquitos de papel, allá en el monte ni siquiera a Dios le puedes reclamar, aquí hay más a quienes echarles la culpa, al ayuntamiento por no darle mantenimiento a la obra pública, a los que echan madre y media a las coladeras, los que no respetan y tiran la basura donde les da su pinche gana, y aún así, teniendo ese tipo de culpables, ninguno va a darte el carro que quizá, tanto esfuerzo te costó. 

Los veo y siento que no somos tan diferentes, aunque allá en el pueblo, la verdad nunca nos dejaron solos, aquí llegaron con sus carros y se van con su vida llena de pesadumbres a cuestas, se van con lo más valioso pero también con la carga que implica vivir una situación así. Pobres de ellos y pobres de nosotros, pero así lo quiso Dios. 

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