(Este texto lo escribió nuestro hermano Adalberto en plena pandemia del Coronavirus. Hoy lo publicamos porque recordamos con amor a Beto, y porque es cierto, El Nazareno nunca se ha ido, estuvo en esos tiempos aciagos a nuestro lado, está junto a todos en estos tiempos tan complicados)
Las calles están vacías,
no se escuchan oraciones
ni los cantos dolorosos
con Jesús de la agonía.
¿Dónde quedó El Nazareno?
El del agua y luego vino,
el que hace ver a los ciegos,
el que resucita a muertos,
el que bendice a los niños,
multiplica en mil los panes,
el que consuela y enjuga
el llanto de los que sufren.
Por qué en esta hora aciaga
cuando nos duele hasta el alma,
el temor nos arrincona
y el miedo nos ciega el aire,
parece que no nos oye,
parece que no lo vemos,
como si se hubiera ido
de nuestros barrios y calles,
como si no nos oyera
en los gritos y lamentos,
en que buscamos sus manos
y sus ojos guías y faros.
Y cuando se nos cae la venda
que nos cerraba los ojos,
vemos que nunca se ha ido,
y que sigue con nosotros
en esta hora sin luces,
fiel a promesa de siglos
de estar siempre con nosotros
hasta el final de los tiempos.
Y no, no lo veremos como antes,
con su cruz por nuestros barrios,
no estará en El Arbolito,
ni por la 11 de julio,
ni en San Francisco
o en El Carmen,
o en las calles de la Sierra,
o en vía crucis de Huejutla.
Porque estará como dijo:
con quien más lo necesita,
al pie de camas de urgencia
junto al enfermo que sufre,
y vestido de enfermero
de médico y camillero,
consuela al que sufre ahora,
recibe al que ya se marcha,
y es voz de esperanza y vida
para familias que lloran,
y sus manos milagrosas
sanan a esposos y a hijos.
No, nunca se ha marchado,
está en nuestros hospitales,
alentando la esperanza,
consolando a los que sufren
y en silencio y sin gritos
recorre cama por cama,
acaricia a los enfermos,
da valor a los que curan,
y ya de noche, muy tarde,
recorre nuestras colonias:
El Palmar, Las Campanitas.
San Bartolo y El Cerezo,
y visita nuestras casas
para alentar la esperanza,
y va a cada municipio
sembrando fe y esperanza.
No, el maestro no se ha ido,
está siempre con nosotros,
basta con abrir los ojos
para ver con fe sincera,
que en este momento negro
no camina en procesiones,
porque camina muy cerca
de todas nuestras familias,
cerca de nuestros enfermos,
que visita nuestras casas,
que sufre con nuestras penas,
que llora con los que lloran
y que nunca se ha marchado.
No lo busques en las calles
o en procesiones de duelo,
basta mirar a tu lado
y verás que camina
junto a ti y tus pesares.
(Abril 10 del 2020)