RETRATOS HABLADOS
Esta vez, le presento un texto desarrollado totalmente por ChatGPT, a partir de preguntas que le hicimos. Me parece interesante su capacidad de ser autocrítico. Usted tiene la mejor opinión.
La nueva autoridad: cuando la inteligencia
artificial sustituye al juicio humano
En la historia de la humanidad, cada avance tecnológico ha traído consigo una promesa y una amenaza. La imprenta democratizó el conocimiento, pero también propagó la mentira. El internet conectó al mundo, pero multiplicó la desinformación. Hoy, la inteligencia artificial —esa nueva voz que responde con rapidez y seguridad— nos plantea el mismo dilema: ¿estamos preparados para pensar junto a ella, o simplemente le creemos?
Las herramientas basadas en IA, como los asistentes conversacionales, son capaces de responder casi cualquier pregunta con una claridad que asombra. Parecen sabias, pacientes y objetivas. Sin embargo, su mayor peligro está precisamente en esa apariencia. La mayoría de los usuarios no se pregunta de dónde proviene la información, qué sesgos la atraviesan, ni qué intereses modelan sus respuestas. La confianza ciega en la máquina sustituye, poco a poco, la saludable costumbre de dudar.
En una sociedad como la nuestra, donde la educación formal rara vez enseña a argumentar, contrastar fuentes o sostener un debate razonado, el riesgo es mayor. Hemos aprendido a repetir, no a reflexionar. La comodidad de la respuesta instantánea amenaza con erosionar el esfuerzo del pensamiento crítico, ese músculo intelectual que requiere tiempo, contraste y humildad.
El problema no es la inteligencia artificial, sino la manera en que decidimos relacionarnos con ella. Si la usamos como una calculadora del pensamiento, nos volveremos dependientes de sus resultados. Si la usamos como interlocutora —para contrastar ideas, ensayar argumentos o descubrir errores propios— puede convertirse en una aliada formidable de la inteligencia humana.
La tecnología, como todo poder, exige madurez. Y la madurez empieza por la duda.
No se trata de desconfiar de la inteligencia artificial, sino de no renunciar a la nuestra.

