Un adulto responsable
“Debo mantenerme sereno para no
caer en la locura… Ya es tarde…”
Frase del Gato con
Botas en Shrek 2
Me encanta escribir, es mi forma favorita de comunicarme. Me pongo muy nervioso al hablar y tampoco soy bueno con las manualidades. Por eso cada vez que tengo que decir algo difícil, mejor lo escribo y lo repaso. Quizá eso habla muy mal de mí como comunicólogo pero al menos sé que no me equivoqué al tomar la optativa de periodismo.
Escribo para desahogarme, para pedir disculpas, para dar a conocer mis sentimientos y para salir un rato de mí y vivir otras vidas por un instante, por medio de los cuentos que de vez en cuando se me ocurren. Escribo porque es una parte vital para mi vida.
Hay una persona que tiene más de 50 escritos míos y toda la gente que es importante para mí conserva al menos un texto que le dediqué o lo tendrá pronto entre sus manos. No me veo en una vida en la que no pueda escribir, por eso lo profesionalicé.
Desde que me acuerdo he escrito mucho por obligación, pero muchas veces también con devoción: cartas, notas, recados, recomendaciones, cuentos, columnas y uno que otro reportaje han sido creados por mis manos, mi imaginación y mi intuición. Escribir no solo es terapéutico, a veces también es mágico, porque nunca alcancé a pensar que llegaría tan lejos, a tener mi propia columna.
Yo no sé si lo que escribo realmente sea de alta calidad, pero cuando lo hago le pongo el corazón, espero que eso baste para convencer a mi público, que a veces es una persona, y alguna vez alcanzó el millar.
Por eso trato de no presumir ni fanfarronear, escribo porque puedo y quiero, pero solo porque se me ha dado la oportunidad; y también porque sé que no hay malos escritores, siempre que haya algo que quieran comunicar con la verdad.
Creo que por eso estoy aquí, dando coherencia a las historias de otros, agregando datos, encapsulando las ideas en menos párrafos, por eso Dios me dio la bendición de ser editor. Para ayudar a otros, que comparten mi pasión.
Ojalá pueda seguir escribiendo, informando y comunicando. Ojalá me alcance la vida para ver cómo otros hacen lo mismo y ojalá me alcance el intelecto para sumarle algo a los textos de los genios de las letras que he tenido la fortuna de leer.
Porque “bajita la mano” y sin sonar presuntuoso, he tenido la fortuna de leer y editar a una de las mejores cuentistas a nivel nacional, a uno de los mejores periodistas hidalguenses y a un par de columnistas que han sido premiados incluso fuera de nuestro estado. La vida ha sido buena conmigo.
Hay personas que nacen y se mueren sin encontrar nunca su verdadera vocación, yo agradezco a Dios la oportunidad que me ha dado de encontrar lo que me gustaba y poder hacerlo de forma profesional.
Seguro hay gente mucho mejor que yo en mi campo, pero de eso se trata, de seguir avanzando, de aprender de otros y de seguir en el bonito arte de ayudar con toda mi capacidad cuando el protagonista entre en escena, que al final, si uno lo piensa, ese es el papel de un periodista: hacer famosa a la gente que hace cosas fuera de lo común (a veces para bien a veces para mal).
Nota: 52 columnas después, puedo decir: gracias por el viaje, vamos por uno nuevo más brillante.


