RETRATOS HABLADOS
Si alguien aficionado a la necia tarea de intentar explicar los asuntos de la política hidalguense, pudiera tener la capacidad de quedarse dormido todo un año, y despertar por estos días, seguro que cuando abriera los ojos y recibiera los primeros pormenores de lo sucedido en los pasados casi 12 meses, comprendería que es real la existencia de un bucle de tiempo en el que todo se repite, pero fundamentalmente los asuntos relacionados con el poder, y con eso hablamos del ejercicio político, al menos en sus aristas más simples.
El durmiente observador, descubriría que los seres humanos son muy proclives, aficionados empedernidos a creer que, por el simple deseo y buena voluntad, las cosas pueden cambiar, pero sobre todo a darse cuenta que los peores presagios se cumplan al pie de la letra, y por eso la frase de: “piensa mal y acertarás”.
Tal vez lo mejor sería dormirse de nuevo y esperar, esperar y esperar, igual que nuestros antepasados; o bien, en última instancia, ampliar el lapso de tiempo a seis, 12, 18 años, y con toda seguridad un periodo que bien pudiera catalogarse como eterno, en el que, con toda certeza, se registraría la caída de un sistema, el surgimiento de otro, y la conclusión de que todo habría quedado igual que cuando empezó el sueño.
¿Será verdad que todo se repite, que hemos vivido, gozado, padecido, los mismos hechos, las mismas consecuencias? ¿Será posible que nunca nos hayamos dado cuenta de estar encerrados en ese bucle de repeticiones?
Porque de otro modo no se entiende que avancemos un kilómetro en asuntos de mejora en cuestiones políticas, para después retroceder diez, 20 o más. Y aquí entramos en un escenario de plano existencial, igual que el mito de Sísifo explicado por Camus: condenados al absurdo, a la sinrazón, a no entender absolutamente nada de nada.
De tal modo que llegamos a la conclusión lamentable, de que la voracidad, la soberbia, la corrupción, son asuntos que nunca de los nunca terminarán; a veces, tal vez, reducirán su porcentaje de sinvergüenzas, pero siempre con una recuperación vertiginosa, sorprendente.
Lo hemos vivido, pero olvidamos, y es que el olvido es un bálsamo que permite soportar la calamidad de que todo se repita.
Por eso, en estos días, tampoco le recomiendo que decida irse a dormir por muchas décadas, sí en cambio que no se tome todo tan en serio, porque es una puesta escena que conocemos de principio a fin. Mejor que recuerde, que haga el esfuerzo más grande y traiga a su memoria detalles que le despierten la memoria.
Cuando menos se amargará menos, entenderá que es un juego cruel, pero al fin juego como la vida misma.
No se tome tan en serio.
Disfrute el absurdo en que a veces se convierte todo este tinglado.
Mil gracias, hasta mañana.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
X: @JavierEPeralta

