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Hidalgo
domingo, diciembre 22, 2024

Un cuento

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PEDAZOS DE VIDA

A mí no me gustan los cuentos. No me gustan desde que la abuela se quedó dormida y dejó de leernos la historia que nos estaba contando, tal vez si alguien hubiera guardado el libro que en aquella ocasión escuchábamos con mucha atención, varias cosas hubieran cambiado. 

Desde que tengo memoria, el personaje que parece una sombra alargada como una aguja, vino varias veces a mis sueños. Vino la noche que sucedió a  la tarde en la que la abuela cerró los ojos para no abrirlos más, vino como salido de un libro cuya historia no puedo recordar pero que estoy seguro ese hombre alargado como aguja estaba presente.

Yo digo que no me gustan los cuentos, porque mientras lees cada página le das vida a los personajes que tienen una historia escrita y definida, entes condenados a vivir una y otra vez la misma historia, pero creo que tampoco me gustan porque en mi vida hubo un cuento que quedó inconcluso y a pesar del internet y de la búsqueda que hago cada vez que me acuerdo, no logro encontrar. 

Con el tiempo, todo se hace más difícil. Al inicio yo creía que con buscar y leer un poco encontraría la historia que jamás volví a encontrar, pero no fue así, de vez en cuando vuelvo a hacer el intento pero hasta de eso se cansa uno. Cuando falleció la abuela creyeron que sólo se había ido ella, pero cuando la enterraron, también enterraron un cuento que no he encontrado. 

Por eso digo que a mí no me gustan los cuentos, y el que podría gustarme ha sido enterrado entre los labios de la abuela. No, no estoy culpando a la abuela, pero bien pudo esperar a terminar la historia antes de cerrar los ojos y marcharse, quizá ahora no tendría a un personaje que se mete en mis sueños cada vez que alguien cercano va a morir y tampoco la eterna incertidumbre de querer conocer un cuento que no se concluyó. 

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