RETRATOS HABLADOS
Ver en la televisión oficial a personajes de amplísima trayectoria como caricaturistas críticos, hoy hundidos en una especie de fanatismo en torno a la imagen del ex presidente López Obrador ; y del otro lado, especialmente en los canales de Televisión Azteca, a otro grupo similar de personajes que transpiran odio en contra del mismo personaje, por haberse atrevido a tocar al también santo de su devoción y fanatismo, debiera preocuparnos a todos. Porque a la guerra verbal y escrita, siempre sucede la de tipo físico, la que da como resultado muertos al por mayor.
México no puede caer en esa espiral de violencia, personificada directamente por ciudadanos que un día, no de repente sino producto de una machacona campaña para odiar a quien no pensara como ellos, dividió a la nación, funcionó a la perfección, pero ahora se pone en marcha casi sola, de manera automática.
Con toda seguridad puedo decirle, pese a todo, que López Obrador, sembrador original del odio que le anoto, sin embargo, no debe tasarse en el mismo nivel que Ricardo Salinas, un fanfarrón multimillonario que de pronto sintió el llamado de la revolución, porque simple y sencillamente no quiere pagar impuestos que debe al fisco.
Pero aprendió que medios concesionados como los que maneja, pueden provocar un odio similar al de un político radical, al grado que, lo he anotado, miles y miles de pobres compradores de Elektra, que padecen cotidianamente la usura del personaje citado, están dispuestos a sacrificar todo para acabar con los “enemigos” que son los otros, producto de un manejo sesgado, y de plano tendencioso de los hechos, a través de los medios al servicio del hombre que se hace llamar “Tío”.
Estamos ante un momento crítico, complicado, que solo puede tener como posibilidad de salida, una actitud crítica ante todo, reflexiva, que de ningún modo dé por hecho lo que dice el periodista que decidió odiar, tal vez con razón, a todo lo que tenga como origen el Obradorismo, porque hacerlo nos condenaría a quedar igual de ciegos por el rencor.
De plano no creerle a una televisora que nunca ha tenido interés por la sociedad como tal, sí en cambio como posibles deudores de sus tiendas de usura, pero que hoy hasta posan investidos de revolucionarios.
Menos a los canales oficiales, especialmente los que hacen pasar como críticos a los que dejaron de serlo, y que solo han desmoronado la opinión que muchos tenían de un monero que era ácido en sus críticas, y hoy ha quedado reducido a simple ceremoniero del Santón que vive en su Hacienda, pero que sembró todas las tempestades habidas y por haber.
No creer en nada, en nadie, son las opciones en estos tiempos, para no acabar como fanático de un político, o un millonario desquiciado.
Haga el propósito de no aceptar nada como verdadero, menos en asuntos políticos, porque lo relativo se ha impuesto, las verdades a medias, o de plano las mentiras.
Dude, dude y vuelva a dudar. Para que nunca odie a nadie, menos a sus semejantes, a sus parientes, porque debe darle igual si no creen en políticos santones, y más todavía en millonarios sinverguenzas.
No crea nada.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
Correo: jeperalta@plazajuarez.mx
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