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Hidalgo
miércoles, agosto 13, 2025

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RETRATOS HABLADOS

Existe un deber fundamental de las generaciones mayores con las que apenas se asoman a la vida, ya no de heredarles un mejor mundo o país, sino de mostrarles que ni nuestros tiempos fueron mejores, y por desgracia tampoco los de ellos, en los asuntos relacionados con la política y por lo tanto del poder. Pero tampoco llevarlos con esta condición propia del ser humano, a la idea de que todo está perdido, porque no es así. En cada época siempre descubrimos a quienes sí deseaban y hacían todo lo posible porque el ejercicio, diminuto o mayúsculo del poder, beneficiara al mayor número de personas.

Ciertamente no marcaron la tendencia, o significaron un cambio radical en la forma de hacer política, pero en los pequeños sectores a donde dirigieron su labor, seguramente sí existe un recuerdo amable de su trabajo.

No todo está perdido, y es vital asegurarles, casi con el sentido cristiano de la vida, que lo que hagan por uno, dos, tal vez cien personas, habrá dado plena y absoluta razón de ser a su propia existencia. Que tal vez en unos años nadie se acuerde de su empeño, pero al haber sido leales a sus propios principios, serán otros, menos pesimistas como a veces somos los ya entrados en años.

Eso es. Simple, sencillo: haz lo que puedas por el bien de quienes están a tu lado, porque su vida sea buena en lo posible, porque siempre tengan esperanza de que encontrarán descanso a sus penas en el siguiente kilómetro.

No hay que cambiar el mundo, el país, el Estado donde vivimos, para llevar ese aliento a los jóvenes que tienen ilusiones. No hay que abundar sobre la podredumbre que tanto se ve en las nada benditas redes sociales, en los medios tradicionales, donde cada vez ganan más adeptos los videos plagados de muerte, de miseria humana, que siempre dan como vencedores no a los de buen corazón, sí a los miserables.

Hacer el bien no es asunto de fama, de ser el gran Alcibíades vencido por la soberbia, la irresponsabilidad y la ambición, porque confundió esos lastres con la inteligencia que, de ser real, habría evitado su funesto final.

Puede que nos digan que nos conformamos con poco, con solo haber contribuido a que una sola persona descubriera que, después de todo, aún existe la bondad, la compasión de un ser humano hacia otro. Puede que así sea, pero para el que se asoma apenas a la vida, será verdad que todo ideal sincero se puede cumplir, cuando tenemos en el corazón la certeza de que ayudamos a un semejante.

Así que vale la pena. Vaya que vale la pena, mirarnos en cada persona que camina a nuestro lado y decirle que siempre puede contar con uno, porque solo así habrá tenido sentido la vida.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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