Ad image

Tiempo de evaluaciones, no de la inquisición

Javier Peralta
4 Min de Lectura

RETRATOS HABLADOS

Vivimos sin duda alguna, uno de los momentos más complicados en la historia del país. La necia voluntad de sospechar todo y nada respecto al poder, descubrimos que no era necia y tampoco insulsa. Arribamos a la conclusión de un sexenio, caracterizado por la férrea voluntad de un presidente, para llevar a la realidad, sus sueños, tal vez de juventud, cueste lo que cueste. 

Los resultados están a la vista y usted como todos los mexicanos, seguramente ya tiene una evaluación, un veredicto, pero sobre todo una nueva visión de lo que ha representado un sueño eterno de justicia para el país.

Al final de cuentas, algunos dirán que todo sigue igual o peor, pero sería injusto caer en esos absolutos de los que tanto nos quejamos a lo largo de casi seis años. Porque resulta que ningún fenómeno social se pinta de negro o de blanco, por necesidad debe haber panoramas intermedios, que nos permitan, al final de cuentas, realizar un juicio certero, que por necesidad debe estar alejado de opiniones radicales. 

Igual que lo sucedido en gobiernos anteriores, resulta preciso tener en cuenta que algo habrán dejado, además de miseria y complicaciones, para haberse quedado en el poder más de 90 años. Por lo tanto, la actual administración que está por concluir, deberá entender, que no todo fue positivo, un país de ensueño y logros al por mayor. Está claro que tuvo errores y algunos muy graves, o tal vez muchos. Pero sería injusto, lamentablemente injusto, reprobar todo un proyecto de nación, que sin duda logró un objetivo fundamental: dar esperanza a los olvidados de siempre.

Para hacer justicia a sus propios principios, enarbolados hasta la saciedad en estos años, la oposición, que no política, sino fundamentalmente la de los análisis serios y profesionales, deberán alejarse de la tentación de creerse parte de la competencia en la búsqueda del poder. No puede ni debe ser así.

Necesariamente la administración que ya está por iniciar sus labores, deberá estar atenta a no caer en la tentación de convertirse en la inquisición de los que ya se van, por un principio básico de lealtad y honestidad intelectual. Pero tampoco, y de ninguna manera, en la simple continuación de lo que ya está escrito hasta el fin de los tiempos.

No deberá ser así.

El hoy casi en el olvido, Partido Revolucionario Institucional, cometió el peor de los pecados, al transformarse en una cueva de ladrones, pero sobre todo en una cueva de enemigos, acérrimos, mortales, dispuestos al crimen en contra de sus pares, con tal de quedarse con los restos de un partido que fue, pero que ya no lo es.

Seamos juiciosos, serios, absolutamente responsables de lo que puede ser o no el país en el futuro inmediato. Contribuir a que se crispe aún más el sentimiento de odio entre las clases populares y las que ni siquiera son ricas, sino del rango medio y con graves problemas económicos, sería apostar a la destrucción del país.

Hay tiempos, sin duda, para comprender y comprendernos; para aprovechar lo bueno que haya resultado de lo que algunos consideran el principio de una larga temporada en el poder de los hoy dueños de la silla presidencial, y también alertar de los graves errores, de los odios creados y también a veces de la desesperanza.

Es tiempo, sin duda alguna. 

Hay tiempo.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx

@JavierEPeralta

Compartir esta nota