RETRATOS HABLADOS
En realidad, todos en este país nuestro, se han dedicado a hacer politiquería desde hace ya mucho tiempo, de tal modo que los señalamientos de la dirigente nacional de Morena, sobran. El ejercicio de esta tarea suprema para el entendimiento de una sociedad que es la política en su mejor acepción, se ha rebajado tanto, que nadie puede pedir con soberbia, que quien se sienta libre de pecado, tire la primera piedra, porque acabaría lapidado, o lapidada.
Sin darnos cuenta por estar inmersos en un sueño de cambio que se quedó en eso, en sueño, nunca atendimos las alertas que indicaban, con absoluta precisión, el proceso de putrefacción que vivían todos y cada uno de los partidos políticos, empeñados únicamente en culparse unos a otros del despeñadero al que se iba el país.
El mínimo de decencia es que alguien se asumiera responsable, ni siquiera culpable de lo sucedido, porque es una historia antigua, pero que de ninguna manera exime a la presente, porque la explosión de toda esta crisis es hoy.
Y en medio de esta explicable, pero nunca explicada postración en que nos encontramos, el eje central será siempre el poder que ostenta quien se erigen como autoridad absoluta de un país, México, y las consecuencias que esto trae sobre cualquier ser humano.
El asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, nos hace ver que nadie, absolutamente nadie está exento de padecer la ira de una delincuencia organizada que ha decidido no parar en nada, no dar tregua a nadie, y retar abiertamente a un gobierno a liarse en una guerra sin cuartel, que por lo mientras tienen ganada.
A lo anterior se suma un partido oficial fragmentado, que recibe un cúmulo de señales encontradas, y que no ha tenido siquiera la capacidad de arropar a la presidenta surgida de sus filas, y hoy mismo se mantiene al servicio de un fantasma que se sabe poderoso, con las riendas del país en sus manos y también dispuesto a todo con tal de seguir la construcción de los pisos necesarios de su transformación.
Y todo se corona con una oposición política que vive, igual que el partido oficial, una putrefacción interna que simplemente la tiene desaparecida, dedicada únicamente a querer encender la hoguera de no se sabe qué movimiento.
Vaya pues: no hay opciones, no salidas para esta lamentable situación que puede desembocar en un momento crítico para el país, donde todos buscar aplastar a sus contrincantes, pero sin saber a ciencia cierta lo que harán cuando se erijan como ganadores absolutos, como no sea seguir en la tarea de hundir hasta el fondo la embarcación.
Son momentos difíciles, y por eso la presidenta Sheinbaum, sabe que debe tomar un camino que sea el que ella proponga, que nadie se lo imponga. Porque solo así, será posible cuando menos tener esperanzas de que esta larga, larguísima noche, llegue a su fin.
Mil gracias, hasta mañana.
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