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Telaraña 

Oscar Raúl Pérez Cabrera
2 Min de Lectura
Ilustrativa

PEDAZOS DE VIDA

Así la fuiste envolviendo, atrayendo con los brillosos hilos de tus mentiras. La sedujiste con un lecho del que jamás se levantaría, no te importó quebrar sus alas de frágil mariposa, ni apagar en tanto tiempo de entrega sus hermosos y brillosos colores, la dejaste sin alma, sin juventud, acabaste con la hermosura de su ser y después sin mayor remordimiento, la echaste convertida en nada.

Cuando se tienen alas, no siempre resulta seguro el viaje, en el mundo siempre hay dónde pegarlas o con qué chocar, nunca faltará el depredador que te busque, y las haga caer. Así la vida como el amor: atrevida, enervante, de un riesgo impresionante y de personas que se atreven a asumirlo o sucumben en el miedo de no hacerlo jamás.

A veces vuelan y tienen suerte; otras, el aguacero se encarga de hacerlas caer y convertirlas en alimento para las hormigas. Hay ocasiones en las que el viento las lleva hasta el pico de las aves, donde se convierten en nutrientes para otras especies, un acto romántico y de amor.

Nunca falta la que cae presa en una telaraña de la que a pesar de los aleteos, no logra escapar. Y cuando lo hacen, algunas de las escamas de sus alas se han perdido, la vida te deja cicatrices, de las que no siempre logras aprender, son las alas el motivo de la libertad pero también las que te pueden llevar a reducirte en la eternidad.

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