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viernes, diciembre 20, 2024

Tachito

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La Ruleta

Por: Carlos Eustolio Vázquez Reséndiz: Padre soltero, servidor público, seguidor del Diario Plaza Juárez desde el 2016, mis secciones favoritas: “Historias de vida” y “Dese por enterado”.

Fue en una noche de luna llena, un lunes de mayo, cuando el calor es de los más fuertes en el año; hay quien cree que el verano es en julio o agosto, para los estados del centro del país. Pero no,  el verano es en mayo, el calor es insoportable y causa de muchas enfermedades gastrointestinales. Así fue la noche en que nació Anastasio, calurosa a más no poder, el bochorno se apoderó de la pequeña recámara donde Cleo entró en labor de parto, Doña Victoria, la partera de la colonia, llegó entradas las diez de la noche, la luna le ayudó a visualizar el camino, a través de la oscuridad nocturna.

  • Puja Mi´ja, le decía Doña Victoria a Cleo.
  • ¡Ay!, respondía ella.

Arcadio pasó todo el día trabajando en la fábrica de block, su rutina comenzaba a partir de la salida del sol y terminaba con la puesta de este, a eso de las ocho de la mañana llegaba a la fábrica y durante todo el día se la pasaba haciendo la mezcla para los blocks, llenando los moldes para posteriormente pasarlos por la prensa y ponerlos a secar al sol.

  • Pújale más niña, le gritaba, ahora, Doña Victoria a Cleo.
  • ¡Ay!, respondía ella.

La rutina no era fácil, Arcadio terminaba más que agotado, pero bien valía la pena todo ese esfuerzo para que su mujer y la criatura que llevaba en sus entrañas pudieran tener una mejor vida, con lo ahorrado en las recientes semanas, había podido comprar el “moisés” que sería el primer lecho del futuro bebé, también adelantado un mes de renta y comprar la tela de los pañales, de la deuda que tenían en la tienda ya no había que preocuparse, milagrosamente Don Güero la había condonado una semana atrás.

  • Por amor de Dios, pújale un poco más, ya se le ve la cabecita, imploraba, Doña Victoria.
  • ¡Ay!, respondía ella.

El día había sido más caluroso que de costumbre, Arcadio pasó a la pulcata por un “tornillo” para poder aminorar el cansancio, el tiempo transcurrió rápidamente y la noche lo alcanzó, salió de la cantina y tomó camino hacia su casa.

  • Gracias a la Virgencita, ya nació.

Cleo ya no respondió, la vida se le había agotado.

El llanto de Tachito, que se escuchaba a varias casas, llegó a oídos de Arcadio quien subía la cuesta, al escucharlo aceleró el paso, emocionado entró a la vecindad, llegó a su casa y de un empujón abrió la puerta. Aquel llanto que para la mayoría de la gente hubiera sido causa de alegría, sería la causa de la furia de Arcadio. Tachito era más blanco que la luna, Cleo ya no podría dar una aclaración al respecto.

Pinche Don Güero, berreó entre lágrimas, con razón hasta una despensa nos regaló.

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