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Hidalgo
miércoles, diciembre 3, 2025

Sólo la conciencia humana habrá de salvarnos

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RETRATOS HABLADOS

De alguna manera los tiempos políticos que hemos vivido durante los últimos siete años, nos han permitido una reflexión más constante sobre el simple hecho de existir, y la necesidad siempre justa de buscar equilibrar, pero sobre todo limitar el poder que se entrega a una sola persona por el pacto social necesario para sobrevivir como sociedad. Porque lo sabemos, producto de amarguísimas experiencias comprobables en la historia, que el poder ilimitado genera la aparición de personajes siniestros, que acaban por enfermar mentalmente y exponer incluso la existencia de aquellos a quienes pretendían rescatar de una marginación y pobreza ancestral.

Así que el trabajo central de la ciudadanía, individuo por individuo, no en calidad de masa, es enfocar todos sus esfuerzos no para una pelea frontal con el omnipotente y omnisciente señor de los destinos, porque la derrota se anticipa por adelantado, sino a encontrar los mecanismos que le hagan consciente del riesgo que implica para su propia persona, el abuso de los poderes casi mágicos que le fueron entregados.

Porque pretender encender una revolución de corte social, que por naturaleza se lleva a cabo en contra de los poderosos explotadores, los caciques del campo, los señores amos del dinero y almas muertas, es un absurdo cuando quien se perfila como enemigo, logró, de un modo u otro, que buena parte de marginados y condenados a una pobreza eterna, salieran de esa condición, con todo y las consecuencias económicas que tarde o temprano se tendrán que ver. El hecho sin embargo es que quienes estaban condenados hasta su muerte a esa miseria, lograron escapar, aunque sea los pocos años que les queden de vida, a esa condición.

Y nadie, en su sano juicio, pretendería enarbolar la bandera de la revolución social en contra de quien logró lo anotado, porque de antemano perdería.

Así que ese camino tan popular, cuando el “cochino explotador” se identificaba a kilómetros de distancia, simplemente queda vedado.

No así la búsqueda de los mecanismos, que ya no los poderes constitucionales inexistentes a estas alturas, que de alguna manera despierten el sentimiento profundo de quien ostenta el manejo absoluto del poder, para comprender que se seguir por esos rumbos solo tendrá un calificativo postrero. El de tirano, dictador o algo semejante.

Porque el poderoso en todo el sentido de la palabra, solo puede acceder a limitarse cuando él mismo lo hace, en un acto profundo de transfiguración, ligado casi a un acto místico, que le dará sobrevivencia a su memoria, sino a la obra social que haya logrado.

No, no son tiempos de revoluciones ni mucho menos. Son tiempos para impulsar ese acto de contrición del poderoso, que ha logrado el objetivo central de ser piedra angular del sueño que un día tuvo y convirtió en realidad, pero que solo con acto casi místico podrá lograr lo que nadie, absolutamente nadie ha logrado: limitarse, razonar, y volver a pensar en México de todos y para todos, no de odios de todos contra todos.

¿Es tiempo todavía?

Lo desconozco. Porque ya no está en manos de una oposición política lograr algo imposible en los niveles terrenales, menos con el tipo de oposición corrupta y convenenciera que tenemos.

Es la conciencia humana, la que todos mantienen pese a locuras crispantes.  Es la misma humanidad que, un día cualquiera, llama a cuentas al que todavía puede reconocer la realidad de la fantasía, y logra enderezar su camino.

Porque en lo humano, sólo la traición desde adentro, desde lo que consideraba equipo más leal y dispuesto a morir antes que darle la espalda, pero que tarde o temprano apuñala por la espalda, y la historia da muestras fehacientes de tantos y tantos casos de este tipo.

Sea pues la conciencia humana, la que obre el milagro.

Mil gracias, hasta mañana.

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