RELATOS DE VIDA
La fiesta había estado buenísima, su plan era regresar temprano a casa, pero el ambiente y el alcohol la impulsó a quedarse más tarde, fue hasta cerca de las 4 de la mañana cuando llegó al hogar, se quitó las zapatillas y se tiró a la cama a dormir, así vestida y maquillada.
Durmió alrededor de dos horas, tenía que alistarse para irse al trabajo; una vez en su espacio laboral y del recorrido de saludos y deseos de buenos días, llegó a su cubículo, preparó un café que le permitiera despertar y comenzar con sus labores.
Era viernes y el ánimo ya era de descanso, afortunadamente su jefe informó que no asistiría, así que avanzó lo más urgente y descansó sus brazos en el escritorio, para apoyar su cabeza y tomar una pequeña siesta que la reviviera.
Fueron cerca de minutos de sueño que se vieron interrumpidos por sonidos de siseos, que primero fueron intermitentes y se escuchaban lejanos, pero en poco tiempo se volvieron permanentes y más fuertes, más cercanos.
Al principio, no lograba descubrir el origen del sonido, pero con el paso de los minutos comenzó a sospechar que se trataba de una serpiente, el miedo la invadió y salió despavorida de la oficina para contar lo que estaba pasando, pedir ayuda y resguardarse.
Al comenzar a recorrer los pasillos y las áreas que conforman su área laboral, fue encontrando serpientes en las ventanas, en las puertas, y ni una alma humana que le pudiera decir lo que estaba pasando.
La escena parecía de una película de terror, de esas en donde la naturaleza decide revelarse contra los humanos por sus errores cometidos en la tierra en contra de toda la especie animal.
El constante siseo y el miedo, la motivó a correr hacia el estacionamiento para huir del lugar y al hacerlo tropezó con una cubeta que la hizo caer, en su desesperación por levantarse veía un grupo de serpientes acercándose a ella para atacarla.
Fue esa ansiedad que la despertó gritando por ayuda, volteó hacia a todos lados y sus compañeros estaban expectantes de saber lo que le pasaba; apenada tomó su bolsa y se dirigió al baño a refrescarse.
Mientras se echaba agua en la cara, escuchó voces al interior de dos de los sanitarios, hablaban sobre ella, la criticaban por haberse quedado dormida, la tachaban de presumida y también lanzaban la sospecha de que sostenía una relación con el jefe porque en muchas ocasiones había llegado en las mismas condiciones y no levantaban ninguna acta administrativa.
Se apuró para salir del baño antes que sus compañeras, regresó a su cubículo y confirmó que el sueño solo era la advertencia de los chismes que corrían en la oficina.