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Hidalgo
lunes, julio 7, 2025

Sirenas 

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PEDAZOS DE VIDA

Para mí como para muchos otros, no hay amor más puro, más sublime que el de una puta y no te das cuenta de eso hasta que estás ahí, enculado por algo más que un cuerpo que sin pertenecer a nadie pertenece a ratos a todos. Al decir puta, hermano, no me refiero sólo a una mujer sino también a los hombres que se dedican al servicio sexual pero que no pueden llamarse putos porque el significado es diferente. 

Cuando una persona se enamora de alguien que se dedica a la prostitución y lo sabe desde un inicio, se enfrenta a una situación que no todos pueden soportar, algunos se tiran la vicio, otros se mueren de celos, algunos más se enferman, hay casos en los que se ha llegado a la muerte y al sucidio, bajo la estúpida idea de “si no me pertenece a mí no le pertenecerá a nadie”. 

Pero dime: ¿cómo hacer para afrontar esta situación? ¿cómo navegar sobre esas aguas cuyo puerto es diferente a los conocidos? ¿Cómo soportar una relación con una puta sin morir en el intento? Te decía que no hay amor más puro y más sublime que el que puede profesar una puta que sabiéndose puta está dispuesta a entregar muchos más que la carne que otros, como buitres, consumen con un pago monetario.

No nos hagamos nudos carnal, no nos compliquemos con la estúpida idea de que si la persona tiene amor deja esa vida para consolidar una relación ¿Y por qué tendría que dejar la putería? Lo he estado pensando mucho, y no entiendo por qué yo no puedo simplemente aceptarla así, quizá mi amor no es tan grande como quisiera que fuera el de ella. 

Es verdad, ella vende su cuerpo, y eso lo tiene cualquiera que puede pagarlo, en cambio a mí me entrega su ser, su amor es diferente, es puro, sin interés, y eso es con lo que no puedo, a veces no sé qué debo entregarle, siempre he querido que solo sea mía y me siento ciego porque ella es mía pero no he sabido asumirla como mía en esta situación. 

Sabe que en ese oficio, es poco el tiempo en que se brilla y se cobra lo que quiere, para ella su cuerpo y el sexo no son una ocasión especial, son el medio que le han dado la existencia en los últimos cinco años, para ella la ocasión especial está más allá de una cama y un cigarro, y eso es lo que me mata carnal. 

A veces quisiera pensar como todos los demás, saber que no me ama porque no deja su vida para consagrarse a una vida de esposa o pareja abnegada, irme y dejarla en el putero como muchos lo han hecho, pero este amor que me da, este amor que me ofrece va más allá de un cuerpo… ¿Y si las sirenas de las que hablaba Homero en la Odisea eran putas? ¿Y si los marinos veían como calamidad este tipo de amor que no se comprende así nada más?  Por eso digo que no puede haber amor más puro y sublime que el de una puta y no puede haber respuesta más estoica y valiente que corresponder a ese amor, no haciéndola tuya sino comprendiendo que ese amor va más allá de un cuerpo, que va más allá del sexo. 


¡No te rías, cabrón! y sírveme otra… 

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