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Hidalgo
sábado, septiembre 6, 2025

Sin pudor

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RELATOS DE VIDA

Su vida no era nada fácil, al menos en los últimos años, aunque ya se había acostumbrado a andar en las calles en espera de encontrar algo de comer, o alguien que le regalara algunos pesos.

No tenía trabajo, y esta situación no le originaba preocupación alguna, pues no tenía familiares y lo poco o mucho que consiguiera solo era para su sustento, y se conformaba con lo que le llegara al día.

Tampoco tenía servicios que pagar, dormía en donde le caía la noche y sus únicas pertenencias eran un pantalón, una playera, una chamarra rota, y unos tenis casi ya sin suela.

No se aseaba, aunque en ocasiones se daba el lujo de darse una limpiadita, si en su caminar se topaba con algunos baños públicos o una fuente, a la que ingresaba con ropa y medio hacía que se tallaba con las manos para disminuir la suciedad de la vestimenta, cara y cuerpo.

Por lo regular deambulaba hablando, para él, pero en voz alta, lo que causaba extrañeza y la mayoría de las veces, miedo, por eso la gente que caminaba a su alrededor buscaba la manera de evitarlo.

Al parecer, para él todo era tranquilidad, nada le importaba y nada ansiaba, y aunque tenía días malos, como aquellos en los que no encontraba dónde dormir, dónde resguardar de la lluvia o dónde hacer del baño.

En un día normal de su vida, cuando caminaba sobre el camellón de una avenida, sintió un retortijón y la urgente necesidad de evacuar, al observar que no había en la periferia algún lugar donde pudiera ir a hacer sus necesidades, se le hizo fácil parar su andar, bajarse los pantalones y desechar lo que le estaba haciendo mal en el estómago.

Fueron pocos minutos los que estuvo en cuclillas, pero suficiente para los transeúntes que observaron las partes íntimas del hombre, que ni siquiera tenía un ápice de vergüenza y muchos menos de pudor.

Para su mala suerte, a una cuadra estaba un oficial de policía, quien al observar el acto se acercó para detenerlo por faltas a la moral y remitirlo a barandilla en donde permaneció 24 horas, eso sí, bien comido y con una cobija para dormir.

Al percatarse que este lugar era una opción para pasar la noche y alimentarse, optó por hacer sus necesidades en vía pública de vez en cuando, claro está, en aquellos donde estuviera un policía cerca para que lo detuviera.

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