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Hidalgo
martes, noviembre 4, 2025

Siluetas dibujadas con moronas de pan

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LAGUNA DE VOCES

La casa estaba vacía cuando regresé. Quité el mantel de la mesa para sacudirlo, y del polvo formado por moronas de pan, salieron rostros de cada uno de los que, año con año, colocábamos fotos donde miraban a la cámara, con la esperanza de que, en sus ojos, alcanzáramos a observar una historia, su historia, que debíamos llevar en la memoria como sus hijos, hermanos o nietos. Así que estaban ahí con esa nostalgia por volver a platicar de las simples cosas del diario vivir, y que ellos, ellas, siempre mencionaron como lo más valioso, porque de alguna manera se queda al paso del tiempo.

Pude mirarlos, y estoy seguro que cada uno de nosotros, con la profunda convicción de que los difuntos de manera constante regresan para saludarnos a su manera, se unen al festejo cuando todos tienen la oportunidad de asomarse a la casa que habitaron, al jardín donde se ponían a leer o mirar un árbol lleno de peras y otro de ciruelas.

Algunos afirman que la presencia insistente de un colibrí, es en definitiva uno de nuestros muertos que nos quiere decir algo, o simplemente asomarse a ver cómo va la existencia que nos ha tocado luego que se fueron. Debo decir que, en el jardín de la oficina, llega con bastante regularidad un grupo de colibríes que vuelan a velocidad de rayo por todos lados, se detienen frente al ventanal, se acercan, miran y se van así de repente, casi se evaporan en el aire.

Lo mismo en el árbol diminuto que sembré en una maceta grande en el pequeño espacio que se asoma a la calle después de la ventana de la recámara. Aquí es uno solo el que llega raudo y veloz, supervisa a detalle y enfila rumbo al cielo.

Es, sin embargo, en estos días que han pasado, cuando sería prudente mirar las fotografías de nuestros difuntos, detallar su mirada, platicar con el pensamiento y decirles que poco a poco, empezamos a comprender la esencia de la existencia humana, la nuestra para no ir tan lejos, y que celebramos la oportunidad de pasar por estos caminos nunca exentos de penar, pero siempre plenos de alegrías.

La vida es eso, un constante descubrir que la ruta que seguimos es la que decidimos, que nadie nos la impuso, y que siempre estará llena de sorpresas, la última cuando despertemos a la nueva realidad, si es que esta no fue la definitiva, y podamos celebrar el reencuentro con ellos, nuestros fieles y amorosos difuntos.

Así que la suerte de sacudir un mantel repleto de moronas de pan, dibujó por momentos la silueta de los que aquí, en casa, estuvieron: papá, mamá, mis hermanos, los abuelos huastecos de mis hijos, la presencias que son eso: presencias, que cuando los días son soleados, nos traen sus risas y alegrías, y cuando nublados, las palabras que, cuando menos a mí, siempre me traen la tranquilidad tan buscada: “todo estará bien, no lo dudes”.

Van con nosotros, estarán con nosotros, y seguro que ellos también se sienten acompañados, porque poco a poco comprendemos que no hay línea que divida una realidad de otra.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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