PIDO LA PALABRA
“Todos piensan en cambiar el mundo,
pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”
Alexei Tolstoi
La vida es movimiento, la vida es devenir permanente; decía Heráclito que “nadie puede bañarse dos veces en el agua de un mismo río”; nada será lo mismo que ayer, es más, en este momento somos diferentes a como lo éramos hace un par de segundos cuando empezamos a leer esta nota, aunque el cambio sea imperceptible.
Algunos han abusado de ese concepto, como el sonado cambio que alguna vez prometió un ex presidente, pues ese cambio hizo más daño que lo que veníamos padeciendo con anteriores administraciones públicas, en donde, en lugar de avanzar, sufrimos un grave retroceso en todos los ámbitos de la vida nacional, en efecto, cambiamos, pero en reversa.
Sin embargo, el tiempo no se detiene, es imposible inmovilizar ideas o pensamientos como algunos han pretendido o pretenden hacerlo, todavía hay lugares en donde pensar diferente al Sensei es un grave delito que puede costarle una sanción, en donde evidenciar corrupción puede provocar la furia del Estado y echarle todo el aparato gubernamental encima; el derecho a la libertad de expresión ha sido vulnerado por un poder estatal superior, el del despotismo no ilustrado.
El cambio nos da vida y ello es un acicate para buscar trascender y no simplemente vegetar, así lo hemos entendido a lo largo de nuestras vidas, y por ello siempre buscaremos nuevos horizontes, nuevas metas, nuevas razones que nos sostengan en nuestros ideales.
Precisamente eso es lo que están buscando las nuevas generaciones, ¡un cambio de actitud!, no solo un cambio de personas, no únicamente un cambio de estrategias para llegar a la población; por ningún motivo debemos buscar un cambio para seguir igual.
Esa necesidad de cambio social es una obligación para las corrientes políticas, cuyo deber histórico es el secundarlas; pero no, no lo han entendido de esa manera, han seguido con su misma tendencia en cambiar solo de nombres, cambiar solamente sus sistemas para ganar adeptos, cambiar, si acaso, sus procedimientos de selección interna, adaptando en cada caso sus viejos esquemas de control social; pero hasta ahora nadie se acordó cambiar para darle vida a los ideales que le dieron origen a sus respectivos Partidos Políticos, letra muerta que les costó llegar a una virtual extinción del mapa político.
Pero… hay algo que tampoco cambia, mi percepción que tengo sobre los políticos en general; los sigo viendo como a la gente en la que no puedo confiar; los sigo imaginando como esa alegoría platónica en donde en campaña solo nos muestran una imagen virtual y contraria de esa realidad mostrada cuando han llegado al cielo del poder. En esta ocasión me encantaría no tener razón.
El cambio lo he esperado desde hace muchos años y no ha llegado; y mientras tanto, sigue habiendo miles de niños desnutridos, miles de mujeres y hombres que día con día se levantan sin saber si hoy tendrán algún alimento para sus hijos. Hoy tenemos una nueva oportunidad, y espero que la sombra del caudillo no sea la que siga meciendo la cuna; deseando que la intolerancia se convierta en diálogo genuino y no en protagonismo con promesas incumplidas, no obstinarnos en tendencias de izquierda contra la derecha, esos son juegos del pasado que solo desvían la atención de los verdaderos problemas que es urgente resolver.
Ningún cambio servirá si solo se usa para seguir alimentando encono y frustración, el cambio debe servir a la gente para que se sienta segura, con estabilidad emocional, y solo entonces sabremos que el cambio será para adelante y no para regresarnos a los sexenios en donde solo culpamos al pasado, pero sin resolver el futuro; luego entonces, empecemos por cambiar también nosotros.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.