LAGUNA DE VOCES
Si algo podrá salvarnos tendrá que ser esa voluntad de negarnos a la indiferencia, salir a las calles, los caminos, y dejar de tener miedo a todo, aun cuando toda la información, la verdadera y la inventada, se ha tapizado de difuntos, de asesinados en todo el territorio mexicano. Hay muchas razones para encerrarse, no mirar a nadie que pase al lado nuestro, ante el temor de equivocarnos y ofender a los amos que condenan y ejecutan a la menor provocación. Sería posible justificar esa actitud, y mantenerla al momento que miramos, siempre el papel de espectadores, la forma como desaparece un pueblo hundido en el mar de agua echado al azar por quién sabe qué deidad, que se divierte con ese juego de la suerte en que a unos les toca perder y a otros ganar.
Hay tantos elementos para justificar la ausencia, la tétrica y absoluta indiferencia, que sin preocupación alguna se puede dejar pasar el turno de ayudar al que está al lado, y asumirse también víctima de las inundaciones de crímenes, de violencia de miedo.
Pero bien que lo sabemos, tarde o temprano en esa ruleta del buen o mal destino, un día nos tocará y con todo y los gritos que peguemos, otros dirán que pasan como cuando piden la ficha del dominó y se esconde la buena luego de cálculos mentales. Y pasarán, para que la historia se repita y se repita hasta el infinito.
Sin embargo aparecerán los que nunca dan la espalda, que dicen sí, yo me apunto para defender al violentado, para ayudar al necesitado, para salir a las calles sin temor, aunque sí con cuidado y hacer saber a quien tenga que saberlo, que cuando la ayuda es solicitada, siempre habrá quien ayude, quien deje su vida cotidiana para vivir una vida extraordinaria, única, cuando llama el amor, ese que es mensaje central de los seres con luz propia, y que llama a poner delante la propia vida por la de otra persona.
Entonces todos descubrirán que se detuvo la cuenta regresiva del final definitivo, porque un solo gesto de los que le anoto, del que cumple al pie de la letra la palabra del Nazareno, habrá bastado para hacer que renazca la plena esperanza en una humanidad tan a veces enfilada hacia la nada.
Son momentos difíciles, porque la cuenta de difuntos seguro crecerá en la sierra hidalguense, donde suman casi medio centenar los desaparecidos, y por desaparecidos, tal vez tengamos que confirmar enterrados bajo toneladas de lodo.
O tal vez no, y eso será felicidad para sus familias, para los que a veces pecamos de pesimistas, y podremos descubrir que una familia resquebrajada, se une de nuevo, se hace el núcleo más importante en una sociedad como la mexicana, donde se cura el dolor, la tristeza, la infinita melancolía por no sabe hacia dónde camina todo, y por eso somos lo que somos en el plano más hermoso que pocas naciones del mundo tienen, que es el amor, de nuevo el amor y siempre el amor.
Y pasado este momento amargo, tal vez, solo tal vez, dejemos de ceder la acera, la superficie única de una nación como la nuestra, a los que se han empeñado en destruirla con base a la destrucción de sus habitantes. Y al dejar de ceder, seguro que dará inicio una nueva era en que sepamos, con absoluta certeza, que nunca de los nuncas, nadie dejará a otro morir solo.
Mil gracias, hasta mañana.
@JavierEPeralta