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martes, abril 15, 2025

Semana Santa en tierra de llanto

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RETRATOS HABLADOS

Hace mucho tiempo que los habitantes de este país doliente, piden al cielo que termine con la pesadilla que ha construido el paraíso de la muerte injusta en nuestro territorio, que le ruegan no sea bueno con los que lastiman, torturan y asesinan a miles y miles de mexicanos; que los castigue, que mande al infierno a los que con su omisión y complicidad, han erigido el reino de la injusticia y el dolor, el duro y terrible dolor que representa perder a una hija, un hijo, un hermano, un padre, una madre, un semejante. Que desaparezcan para siempre a los que calcinan el sueño de jóvenes con ilusiones, de sus padres que un día cualquiera los vieron esfumarse.

Por eso, este principio de Semana Santa, será diferente para millones de ciudadanos de una nación siempre al borde del llanto, porque ya no abogarán por el perdón a la monstruosa legión de criminales, desde los que fincaron su poder político en solaparlos, ser sus cómplices, hasta los ejecutores de la tragedia de miles y miles de desaparecidos enterrados y hechos polvo en suelo patrio.

Esta vez no será un rezo inocente por la paz del mundo, y el perdón de los que se han perdido en la maldad. No, será el llamado urgente para que, de una vez por todas, arrase con los criminales que permitieron llegara el reino de la oscuridad y la maldad.

Pero también, para que traiga paz a través de una justicia cierta, a los dolientes familiares de los deudos, los enlutados, los que simplemente han pedido, con el dolor en el vientre, el corazón y el alma, que, aunque sea les permitan tener un huesito del hijo desaparecido para darle cristiana sepultura.

Esta vez ya no hay tiempo, no hay esperanza de que la justicia humana haga algo con este dolor que atraviesa el país entero. Tendrá que ser la divina, la que el personaje único y divino que un día como hoy empezó el camino al sacrificio, deberá entender, comprender y aceptar. Porque igual que entonces, miles de sus seguidores son martirizados con látigos de huesos de borrego y bolas de plomo, luego llevados a la cruz del sacrificio sin juicio alguno, sin corona de espinas que hable de su reinado, solo el dolor, el eterno dolor en que ningún ser humano puede morirse en este nuestro país, porque el dolor aleja la muerte, la atonta, la hace nada. Y entonces mueren y mueren, gritan y gritan, y todo, absolutamente todo sigue igual en estas tierras del miedo y el lamento.

Sea pues esta la oportunidad de recordar al Cristo único y vital de la raza humana, para pedirle que cese el sacrificio en nombre del suyo, y castigue, acabe, desaparezca el origen de tanta pena y llanto en México.

Mil gracias, hasta mañana.

Correo: jeperalta@plazajuarez.mx

X: @JavierEPeralta

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